Abogacía abandonada

No he oído a nadie pedir ni ofrecer ayuda para las abogadas y abogados de España. De hecho no he visto la palabra abogado en ninguno de los sedicentes paquetes de ayudas ofrecidos por el gobierno.

Afirman quienes esto gobiernan que «nadie va a quedarse atrás» aunque, por lo que leo, en ese nadie no están incluídos los abogados y abogadas de España.

Quizá sea tiempo ya de decirlo: entre los abogados hay bolsas de pobreza; no de escasez o de apretura, sino de pobreza.

Tras doce años de crisis los abogados llevan sus angustias económicas con una dignidad que encoge el corazón, escondiendo bajo las togas, los trajes y las corbatas la angustia de vivir al día, pero dispuestos a defender los derechos y las esperanzas de quienes se acercan a ellos.

Si difícil era su situación tras las inicuas medidas de los sucesivos gobiernos, ahora, con el panorama de dos meses por delante sin ingresos de ninguna especie por culpa de la psndemia, el drama puede acabar en catástrofe.

Y, sin embargo, no veo que nadie se acuerde de la abogacía ni de los profesionales de la justicia en general (procuradores y graduados sociales también cargan su cruz); no veo que el estado ofrezca, por ejemplo, a los letrados del turno de oficio líneas de crédito sin intereses con el aval de su trabajo en el turno. Veo, en cambio, que ni siquiera el trabajo que se les debe se les paga con puntualidad y veo que aún se sigue regateando el pago de actuaciones efectivamente trabajadas.

Ya no es que no anuncien ayudas, es que lo que anuncian son problemas.

La abogacía debe tomar conciencia de la situación en que se encuentra el sector y debe alzar su voz con fuerza para solicitar no ya que las administraciones cumplan con sus obligaciones, sino que, además, se establezcan ayudas que ayuden a conllevar esta crisis a aquellos que, de otra forma, no sobrevivirán.

Y no sólo hemos de alzar la voz, hemos de demostrar con hechos lo que decimos con palabras: 18 colegios de abogados ya lo han entendido, el resto parece no darse cuenta de cuál es la situación; es muy posible que hayamos de agradecer a ese resto de colegios que nadie se tome la molestia siquiera de estudiar cualquier reclamación de la abogacía.

Compañeras, compañeros: la situación es grave y lo será aún más en el futuro. Si no damos la batalla ahora probablemente ya nunca podamos darla.

Vamos.

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