Países ricos y países pobres

Países ricos y países pobres

En casi todas las charlas que di en Colombia, en algún momento u otro, apareció siempre la cuestión de la América del Sur pobre frente a la América del Norte del Río Grande rica y, para enfrentar esa cuestión, siempre traté de poner en claro qué era eso de la riqueza o de la pobreza de un país.

Si por «riqueza» se entiende que un país disponga de abundantes recursos naturales no cabe duda de que América del Sur es un continente agraciado por la providencia pero, les decía, no creo que la abundancia de recursos naturales sea lo que hace en verdad rico a un país y les solía poner el ejemplo de Chile.

Al comenzar el siglo XX Chile era un país ciertamente rico: su renta «per capita» superaba a la de países europeos como España, Suecia o Finlandia. La causa de tal riqueza se encontraba oculta bajo el suelo del desierto de Atacama: el nitrato. Indispensable para la fabricación de pólvora y magnífico como abono, Chile vendía su nitrato a todo el mundo.

Sin embargo, para desgracia de los chilenos, en 1909 los químicos alemanes Fritz Haber y Carl Bosch descubrieron una forma barata de producir este nitrato a partir de otros componentes y las exportaciones de nitrato de Chile comenzaron a caer; sin duda muchos de ustedes recuerdan aún el azulejo que se ve en la fotografía; «agricultores, abonad con nitrato de Chile» y añadía las palabras «único natural», este fue uno de los últimos esfuerzo chilenos por mantener su comercio.

Para 1958 toda la industria chilena del nitrato había desaparecido sin embargo la fortuna volvió a sonreir a Chile pues, en esos lustros, la electricidad, el telégrafo y la telefonía exigían cada día más hilo de cobre y Chile, por fortuna, era rico en cobre.

Y dicho esto ¿consideran ustedes a Chile un país rico o un país pobre?

Yo, permítanme decirlo y que no se me enfade ningún chileno, no lo considero rico, sino ponre. Rico es el país que, comi Alemania, tiene conocimientos suficientes como para prescindir del comercio del nitrato cuando le hace falta (recordemos que todo el comercio de nitrato de Chile estaba controlado por Gran Bretaña) o es capaz de diseñar e implementar esos aparatos que necesitan del cobre que otros facilitan.

Disponer de materias primas es cuestión de suerte, disponer de cultura y conocimiento es cuestión de esfuerzo pero permite forjar el futuro independientemente de la suerte que se haya tenido en el reparto de riqueza. El cobre no vale nada, si vale es porque alguien le ha encontrado un uso revolucionario (la electricidad) y por eso no es rico quien tiene cobre sino quien tiene los conocimientos que permiten su uso.

No, riqueza no es disponer de recursos materiales, riqueza es disponer de conocimiento, de cultura, de todo eso que, en sentido amplio, llamamos información.

No creo que América del Sur sea pobre en cuanto a materias primas sino todo lo contrario, es riquísima; sí es pobre en cuanto que ella no controla estas materias primas, en general explotadas y esquilmadas por empresas anglosajonas que no han dudado en corromper u ocupar gobiernos para ello y, sobre todo, es pobre, en la medida que la pobreza material de sus gentes drena a sus sociedades de inteligencia, cultura e información, permitiendo que sus mejores cerebros acaben siempre en el extranjero enriqueciendo a otras sociedades.

Y esto que digo no sólo sirve para América del Sur sino para mi propio país; un país que confía en buena parte su futuro a unos turistas de sol y playa que un día dejarán de venir y que, de momento, han acabado con el 80% de los recursos naturales y turísticos del Mediterráneo Español. Un país cuyos profesionales de la sanidad marchan recién egresados a países extranjeros; un país cuyos científicos, si quieren desarrollar una carrera científica exitisa, deben marchar al extranjero.

Estamos perdiendo nuestra mayor riqueza en favor de otros países, así que nadie se extrañe si un día descubrimos que somos, esencialmente, pobres.

El criptoéxodo chino

El criptoéxodo chino

Recientemente el gobierno chino, tal y como era esperable dada su naturaleza antidemocrática, ha ordenado el cierre de las instalaciones mineras de bitcoin en China y tal medida ha provocado una importante convulsión en el mundo de las criptomonedas.

En primer lugar ha provocado una caída del precio del bitcoin pues todos estos mineros se han visto obligados a vender sus reservas en bitcoin para financiar su salida del país y trasladar sus instalaciones a otros países. China albergaba casi el 50% de la minería de Bitcoin y las ventas masivas de sus mineros no podían sino provocar una fuerte caída de los precios.

En segundo lugar la dificultad de minado ha disminuido rápidamente lo que, para los mineros que operan fuera de China, es un regalo del cielo pues, hasta tanto se ajusten de nuevo los diversos parámetros de dificultad su tarea va a ser mucho más rentable.

Y en tercer lugar esta transitoria caida de la actividad minera y la subsiguiente bajada de precio de bitcoin parece haber ofrecido una ocasión magnífica para comprar en rebajas una criptodivisa que puede volver a subir al tiempo que los mineros chinos se van estableciendo en otras jurisdicciones.

¿Estamos ante una peculiar minitravesía del desierto de los mineros chinos o de una nueva reedición de la ruta de la seda?

Es llamativo cómo estos mineros pueden levantar su campamento y trasladarse a otros países con energías baratas y limpias de forna que las principales acusaciones que se hacían al bitcoin (dependencia de China y de las fuentes de energía basadas en el carbón) ha venido a deshacerlas la decisión de un gobierno dictatorial que teme la libertad y prohibe cualquier herramienta emancipadora de la población.

Un régimen como el chino no tiene cabida en el mundo que viene y quienes sigan su ejemplo tampoco tendrán cabida y caerán como cayó la antigua URSS, implosionando en medio de un imparable deseo de libertad.

Es tiempo de libertad. Es tiempo de criptoeconomía.

PD. Este post NO ES CONSEJO PROFESIONAL ni financiero y solo representa la opinión particular de quien lo emite.

La criptopolítica que viene.

Hace tres días el presidente de la República de El Salvador, un pequeño estado pobre de menos de 7 millones de habitantes, anunció que presentaría una proposición de ley que estableciese el Bitcoin como moneda oficial en su país.

Anteayer la presentó a las camaras, ayer fue aprobada y hoy entra en vigor.

Ayer noche, además, anunció que pondría a disposición de las empresas de minería de Bitcoin que lo deseasen las plantas eléctricas de energía geotermal que su país tiene instaladas en sus volcanes, energía 100% limpia para un bitcoin 100% verde.

Los Bitcoin Believers estadounidenses han recibido la noticia con alborozo, la agencia France Press ha colocado la aprobación de esta ley Bitcoin entre lls hitos más importantes en los doce mil años de historia del dinero, y una larga cadena de declaraciones e incluso recogidas de fondos de ayuda para El Salvador se ha puesto en marcha en los Estados Unidos.

De repente Latinoamérica envidia a El Salvador y comienza a ver el Bitcoin como la herramienta que le permita salir del círculo de deuda en que vive; no es precisa demasiada visión política para saber que en las proximas confrontaciones políticas la guerra entre los SÍcoiners y los NOcoiners va a ser enconada y creo que puedes apostar a cuál será la posición del gobierno USA en esta guerra y cuál será la posición de los Bitcoin Believers.

Si durante la guerra fría chocaron la economía de estado con el capitalismo ahora el capitalismo se enfrentará a sus propias contradicciones pues los Bitcoin Believers son férreos defensores de las economías descentralizadas y ajenas a los lobbies político-financieros.

El mundo está cambiando y lo estamos viendo.

Somos testigos de la historia y conviene que tratemos de entenderla pues no es verdad que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Aunque conozcas las historia, si no la entiendes, simplemente es un conocimiento inútil.

Y para entender lo que está pasando hay que volver a 2008 y a la crisis del sistema financiero y las hipotecas, el año en que la población dejó de confiar en los bancos y descubrió el auténtico rostro del sistema financiero y los políticos que lo apoyan

Esto se está poniendo muy divertido.

Ahora también México.

Ayer les conté la historia del movimiento Cypherpunk y por qué nació Bitcoin y el resto de las criptomonedas. Del año 2010 acá las criptomonedas han pasado de ser una diversión de frikis a tener una capitalización inimaginable.

Ahora, en apenas tres días, estamos asistiendo a un fenómeno inusitado: anteayer la República de El Salvador anunció y presentó la ley que ha de convertir en breve al Bitcoin en su moneda oficial. Ayer fue Paraguay quien anunció movimientos en idéntico sentido y hoy es en México —un auténtico gigante con una población tres veces superior a la de España (127 millones de habitantes)— donde se anuncian movimientos políticos por parte de grupos del legislativo para convertir también a Bitcoin en moneda de curso legal.

Los países iberoamericanos saben bien cuál es el valor del dinero de papel que emiten los bancos centrales y conocen muy bien también qué le pasa a ese dinero cuando los gobiernos —como ahora el de Joe Biden— deciden darle fuerte a la manivela de la multicopista.

Con una cifra fija de monedas y gobernado sólo por el código que lo regula y no por cualquier gobierno que eventualmente decida cambiar las reglas del juego, Bitcoin se presenta como una solución muy deseable para todos esos países que, como los iberoamericanos, se han visto inmersos en la aparentemente indestructible lógica del dólar y del dinero fiat.

Lo que está pasando estos tres días sería el sueño que, hace apenas 11 años, soñaron los soñadores de quienes les hablaba ayer.

Pero ¿será posible? ¿acabará otra vez el dinosaurio con los soñadores?

Muy probablemente sí. Ninguna revolución triunfó a la primera, aunque en este siglo XXI las cosas van muchísimo más rápido que en ningún otro siglo de la historia. USA, China, la UE, ciertamente no van a tolerar que paises de su ámbito económico puedan hacer tambalearse su sistema de dominio económico pero…

Pero a veces los sueños son posibles.

Para quien sienta curiosidad le dejo aquí la proposición de ley que se ha presentado en la República de El Salvador. Puede ser un hecho aislado o puede ser la primera de muchas.

Lo veremos.

Cypherpunks

Muchos años antes de que existiese internet muchos hombres y mujeres la soñaron. A internet no se llegó por casualidad sino por la voluntad y el trabajo de décadas de quienes persiguieron este sueño. Sobre teorías y tecnologías construídas por hombres como Norbert Wiener («The human use of human beings»), Alan Turing («On computable numbers»), Claude Shannon (» The Mathematical Theory of Communication«), otras personas como Vannevar Bush («As we should think»), Ted Nelson (Xanadu Project), Dough Engelbart («Augmenting Human Intellect: A Conceptual Framework») y muchísimos otros, soñaron este ciberespacio en el que nosotros vivimos ahora. Lo soñaron y lo construyeron, pero también pensaron sus consecuencias para la humanidad y los principios por los que debería de gobernarse para que fuese el principio de un futuro feliz y no el de una distopía cyberpunk.

Sin embargo, mientras todas estas personas soñaban, el dinosaurio aún estaba ahí y los viejos estados decidieron que no iban a morir, que, antes de que todos los seres humanos soñasen el sueño de esos locos, ellos tomarían el control de este nuevo espacio y le impondrían las mismas viejas normas, modos y maneras de hace cinco mil años.

Muchos se resistieron, pero la guerra fue inútil, los estados fueron poco a poco avanzando en todos los frentes: en el de la propiedad intelectual, en el del control de la libertad de expresión y, sobre todo, en el control de la privacidad donde internet, una herramienta pensada para libertad, fue convertida en una herramienta para la viglancia de todos los seres humanos, incluso en sus facetas más íntimas. No dudes de que Facebook o Amazón te conocen casi mejor de lo que tú te conoces y si, Amazón, facebook, Google o Twitter lo saben casi todo de ti, no tengas la menor duda de que los estados lo saben también. Gentes como Julian Assange o Richard Snowden lo pusieron en su día de manifiesto. Ya sabes cómo reaccionaron los estados.

Fue por eso por lo que, ya en fecha tan temprana como 1992, gentes como Eric Hughes, Timothy C. May o John Gilmore comenzaron a reunirse y a gestar lo que, con los años, se acabaría convirtiendo en el movimiento «Cypherpunk».

Se llama cypherpunk a cualquier individuo que defiende el uso generalizado de criptografía fuerte y otras tecnologías de defensa de la privacidad en la red, como medio de conseguir el cambio político y social de la sociedad. Su ideario más extremo se recoge en un documento de 1993 llamado «A Cypherpunk’s Manifesto» redactado por Eric Hughes.

Frases como “La privacidad es necesaria para una sociedad abierta en la era electrónica … No podemos esperar que los gobiernos, las corporaciones u otras organizaciones grandes y sin rostro nos otorguen privacidad … Debemos defender nuestra propia privacidad si esperamos tener alguna. .. Los cypherpunks escriben código. Sabemos que alguien tiene que escribir software para defender la privacidad, y … nosotros lo vamos a escribir «; son sólo algunas de sus frases más características.

Era 1993 pero esos principios quedaron navegando por la red y muchos otros los abrazaron, de forma que, cuando en 2007-2008 los estados y los bancos llevaron a cabo la mayor depredación que ha visto la humanidad reciente con la crisis de las hipotecas, algunos de estos cypherpunks se entregaron a la tarea de programar para ofrecer herramientas a la sociedad con la que esta pudiese defenderse de los estados, de sus bancos centrales, de los fondos monetarios internacionales y los bancos mundiales. Unas herramientas que privasen a los estados de mayor y más fuerte herramienta de engaño y control que habían construido a lo largo de los siglos: el dinero. Es así como en 2009 nació Bitcoin.

Muchos cypherpunks están detrás de esta revolución, personas como Nick Szabo, inventor de los smart contracts; diseñador del bit gold, y precursor del Bitcoin; Hal Finney, criptógrafo, autor principal del programa de cifrado PGP y persona que fue (falleció en 2014 a los 58 años) la primera persona que, el 12 de enero de 2009, recibió la primera transacción de 10 bitcoins de Satoshi Nakamoto. Hal Finney fue un férreo defensor y pionero del Bitcoin (se sabe que fue quien descargó y ejecutó la primera versión de Bitcoin tras el propio Satoshi).

Junto a ellos, cientos de cypherpunks, esas personas que, porque comprenden los peligros de encierra el mal uso de la red para la sociedad quieren ser anónimas, pseudónimas o simplemente desean mantener su privacidad, contribuyeron al desarrollo de lo que hoy tomamos como una herramienta de inversión, de negocio o de divertimento.

Quizá ahora puedas intuir por qué no sabemos quiénes componen ese colectivo de personas que se ocultan tras el pseudónimo de Satoshi Nakamoto y quizá ahora puedas intuir por qué los estados siguen luchando contra conceptos como la libertad y la privacidad en internet. Seguramente, tras todo esto, también puedes comprender esa, de otra forma incomprensible, fe de muchas personas en las tecnologías criptográficas y seguramente podrás entender o intuir que la libertad, la democracia y la justicia se están decidiendo ahora en esa nebulosa nueva frontera a la que llamamos ciberespacio.

Tú estás viviendo en ese mundo que te cuento y, aunque no lo creas, es bueno que, en algún momento todos tomemos conciencia de ello.

Otra cosa no es más que tomarse la cómoda pastilla azul.

El «millenial» autócrata

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, una especie de «autócrata millennial» que, a sus 39 años y tras ganar las elecciones ha llevado a cabo una serie de antidemocráticas y poco tranquilizadoras acciones, ha anunciado que hará de Bitcoin moneda de curso legal en su país.

La decisión no supone que la moneda nacional de El Salvador deje de ser oficial porque, lamentablemente, la única moneda que funciona en El Salvador es el Dólar Americano, tras que al «Colón» (antigua moneda nacional) se le agotase todo el crédito a base de darle demasiado a la imprenta. Tras convertir al Bitcoin en moneda oficial El Salvador tendrá dos monedas: el Dólar y el Bitcoin.

¿Qué hay detrás de esta decisión?

Por un lado está la realidad de que la principal fuente de ingresos de El Salvador son los Dólares que los emigrantes salvadoreños remiten al Salvador. Estos envíos pagan comisiones que, con el Bitcoin, se eliminarán.

Por otro lado está la realidad de que más de dos terceras partes de la población de El Salvador no está «bancarizada»; es decir, no tiene cuentas corrientes en el sistema bancario y no puede abrirlas. Disponer de billeteras en Bitcoin, en cierto modo, puede paliar este problema.

Son fines correctos y acertados pero no los únicos.

Nayib Bukele, tras obtener la presidencia del país, ha llevado a cabo una serie de poco edificantes acciones con un inequívoco aroma autocrático (algo que está poco en sintonía con el mundo cipherpunk del bitcoin) por lo que, organizaciones defensoras de derechos humanos ven en esta medida un eficaz detergente que limpie su imagen.

Y tras la decisión de Bukele están sus asesores técnicos, en este caso la plataforma de pagos «Strike» que, sin duda, no debe de haber prestado su asesoramiento gratis para elaborar una legislación cuyos sesgos aún están por ver.

Es por eso que un anuncio aparentemente «histórico» no ha sido celebrado por las criptomonedas con un alza generalizada, sino, más bien al contrario con cautela.

Pero no nos engañemos, las condiciones económicas de El Salvador son comunes a muchas partes de la América Latina. México, Cuba o Venezuela, como El Salvador, reciben importantísimos ingresos de sus emigrantes en los Estados Unidos y la necesidad de usar criptomonedas se siente como imperativa, habiendo crecido de forma impresionante el número de usuarios. Países como los antes citados y otros como Turquía o Nigeria que ven depfeciadas constantemente sus monedas se vuelven hacia las criptos como medio de conjurar la amenaza. Y, en fin, en el incosciente colectivo, la confianza de las nuevas generaciones las criptos se encuentran ya a la altura de la inversión inmobiliaria (dos de cada cinco «millenials» australianos piensan así) por lo que el terreno parece abonado para que grandes masas de población apoyen iniciativas políticas en este sentido.

Pero las criptomonedas y los estados autoritarios no encajan, son agua y aceite, y me preocupa que una herramienta liberadora y democratizadora como las criptomonedas acabe siendo usada como un Caballo de Troya para colocarle a la población terribles herramientas de control como el Yuan Chino.

Todo este mundo de la criptoeconomía no es sólo un mundo de dinero e interés, es también un mundo donde nos jugamos la salud democrática de los estados.

Es una cuestión de democracia o autocracia.

Y yo estoy por la primera.

Bitcoin y el cambio climático

Bitcoin y el cambio climático

Se debate con ardor en las redes la cuestión de si Bitcoin —y en general las criptomonedas— suponen una amenaza para el clima del planeta debido a su consumo de energía, una pregunta que, para ser respondida debidamente, exige una explicación inicial que nos conducirá a los fundamentos mismos del universo que conocemos.

Este es el momento para que usted deje de leer y se dirija directamente al párrafo final si quiere conocer mi opinión sobre el tema aunque, en mi sentir, el viaje intelectual que iniciaremos en el párrafo siguiente es mucho más interesante que la pregunta y la respuesta mismas, así que, si tienen un ratito libre acompáñenme en el viaje.

Lo primero que hemos de saber es que no existe información sin energía. Todo proceso informacional exige una generosa inversión de energía y hemos de recordar que toda forma de vida sobre la tierra es un proceso informacional. Así pues, no hay información ni vida sin un importante derroche de energía.

Para entender lo anterior en su exacta medida podríamos definir el universo como una realidad compuesta básicamente de tres elementos: materia, energía e información. Tres elementos cuyas interacciones nos permitirían explicar algunos interesantes fenómenos.

Desde que Ludwig Boltzmann sentase lls pilares de la termodinámica sabemos que en los sistemas la información siempre disminuye o, dicho a la manera del Boltzmann, que la entropía siempre aumenta. Esta afirmación, absolutamente cierta, encuentra excepciones locales —como nuestro planeta— donde la información aumenta (observen cómo la vida se reproduce y tendrán el ejemplo más palpable) a costa de un generoso derroche de energía.

Cómo la energía puede desarrollar procesos informacionales en la materia fue una cuestión tratada por el químico Ilya Prigogine quien recibió el Premio Nobel por sus trabajos sobre las estructuras disipativas.

Las estructuras disipativas constituyen la aparición de estructuras coherentes, autoorganizadas en sistemas alejados del equilibrio. Así dicho suena un tanto raro pero déjenme que se lo ilustre con un par de ejemplos de la vida ordinaria.

Piense, por ejemplo, en un lavabo lleno de agua. Aparentemente no podemos distinguir ningún rasgo de autoorganización, de información, en el agua remansada pero, si usted quita el tapón del lavabo, la fuerza de la gravedad pondrá en movimiento el sistema y espontáneamente aparecerán en el agua las espirales que tan familiares nos resultan. El desequilibrio provocado ha generado espontáneamebte información. Lo mismo sucede cuando usted pone al fuego una olla llena de agua: el calor aplicado en una parte de la olla y no en el otro genera las clásicas corrientes de convección en el agua que apreciamos claramente cuando la olla borbollonea.

La Tierra recibe generosas aportaciones de energía del sol y sobre su superficie aparecen procesos informacionales como el clima o… la misma vida.

Créanme, no hay información sin consumo de energía por lo que pretender que exista la más mínima señal de vida sin ella es pretender un imposible.

Es por eso que la pregunta sobre cuánta energía consume bitcoin en términos absolutos está mal planteada: todo proceso informacional (y todo lo que usted valora en la vida es informacional) exige un generoso gasto de energía, de forma que, lo mejor que podemos hacer es preguntarnos sobre el origen de esa energía, su impacto sobre los demás procesos informacionales que componen la vida en nuestro planeta y compararla con otros procesos humanos.

Enmarcada así la pregunta vamos a tratar de dar algunas respuestas.

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, el consumo de energía de la minería de Bitcoin se estima que se sitúa en torno a los 120 TWh anuales. La minería del oro, por contra, se estima que consume 240,61 TWh anuales, mientras que la banca tradicional consume 263,72 TWh anuales.

Pero, mucho más importante que el consumo de energía es el origen de la misma y la huella que deja en nuestro ecosistema.

Un estudio realizado por la CCAF señala que el 39% de la energía utilizada en el minado de Bitcoin proviene de las energías renovables y que el 76% de los mineros de Bitcoin utilizan también energías renovables. Estos datos deben servir a los «hodlers» de Bitcoin a entender por qué la retirada China del negocio del minado puede ser muy positiva para Bitcoin: el argumento de que la minería del Bitcoin provenía de energía dependiente del carbón pierde fuerza y la faceta de Bitcoin como una criptomoneda limpia aumenta su vigor.

La minería de criptomonedas consume apenas un 0,58% de la energía mundial —sensiblemente menos que las consolas de videojuegos— y de ella el 40% es renovable.

La pregunta, pues, de si Bitcoin es una solución climáticamente aceptable, con estos datos que le doy queda a su buen juicio.

Pizza day

Pizza day

No suelo comer pizza ni pasta por razones dietéticas: evito cuidadosamente las harinas refinadas. Es por eso que, como todo lo que se come pocas veces, resulta una fiesta en las raras ocasiones que se consume y, como ayer era el «Pizza Day» me pareció que muy bien podría darme la fiesta con unos cuantos compañeros y compañeras de aventuras criptográficas.

El Pizza Day conmemora la fecha en que se llevó a cabo la primera transacción comercial con Bitcoin: el 22 de mayo de 2010 un programador llamado Laszlo Hanyecz se compró dos pizzas de Papa John por 10.000 Bitcoin. Al precio actual de Bitcoin estas serían las pizzas más caras del mundo pues alcanzarían el nada despreciable precio de más de 300.000.000 de euros.

El Siglo XXI, apenas transcurridas dos décadas, tiene ya sus tradiciones y sus celebraciones que, aunque resultan menos profundas y ancestrales que las que apreciamos en la vieja Europa, nos remiten apenas diez años atrás a los oscuros momentos del nacimiento de una nueva tecnología.

Yo, por si acaso, me coloqué mi camiseta conmemorativa del nacimiento de otra tecnología que marcó mi infancia: la astronáutica. Una camiseta que me fue remitida desde el corazón de Rusia por una mujer a quien le gustaba leer mis post sobre mujeres rusas y a quien no olvido.

Cuando vas cumpliendo años sucede que se te acumulan los recuerdos, lo cual, bien pensado, es muy bueno: siempre tienes algo que celebrar.

Elon y Vitalik: una fábula del siglo XXI

Elon y Vitalik: una fábula del siglo XXI

Probablemente conozcas a Elon Musk (50 años, Pretoria, Sudáfrica 1971) el mítico empresario cofundador de PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company, Neuralink y OpenAI. Es director general de SpaceX, de Tesla Motors, presidente de SolarCity y copresidente de OpenAI.

Muy probablemente a quien quizá no conozcas es a Vitalik Buterin (27 años, Kolomma, Rusia) un programador y escritor ruso, conocido principalmente por ser el cofundador de Ethereum y de Bitcoin Magazine.

¿Por qué les menciono a ambos? Bueno, pues porque ayer se produjo un suceso que quizá pase a los anales de la historia de la nueva economía digital, les cuento.

Ambos personajes son firmes defensores de las criptomonedas (digámoslo así) aunque su aproximación a ese mundo se ha producido de formas muy diferentes.

Para Vitalik Buterin, un superdotado fanático gamer de World of Warcrafts, el hecho de que le cambiasen un aspecto de ese juego que él adoraba le llevó a reflexionar sobre los sistemas centralizados y descentralizados de forma que, en 2011, se apasionó com Bitcoin, uno de los mejores ejemplos de sistema que no puede ser controlado por ninguna autoridad central. Su capacidad y trabajo le llevaron a ser cofundador de la gran alternativa a Bitcoin, la programable y mucho más flexible Ethereum, una plataforma sobre la que se ha construido todo el mundo de las finanzas descentralizadas y la auténtica alternativa a las economías con dinero neolítico en las que ahora vivimos.

La aproximación de Elon Musk al mundo de las criptomonedas fue bien diferente pues su acercamiento se produjo como consecuencia de su actividad empresarial. Si para Vitalik el mundo del blockchain era una filosofía para Elon sólo parecía ser un negocio.

En estos últimos tiempos, a poco que hayan seguido las noticias de este criptomundo loco, habrán sabido que Elon Musk, ya afincado en los USA, compró para su fábrica de coches eléctricos Tesla una cantidad brutal de Bitcoins que le hicieron ganar muchísimo más que la fabricación de coches pero, sobre todo, le habrán oído hablar de «Dogecoin», una criptomoneda que no es sino un meme de un perro (el japonés Shiba Inu) y a quien sus propios creadores califican de broma, haciendo que una comunidad de «believers» compren ese truño digital y hagan subir sus precios sin fundamento. Muchos se han hecho millonarios con Dogecoin y muchos otros no han dejado de frotarse los ojos al ver como aparecía un nuevo fenómeno: el «pumpeo». Bastaba con que comunidades de Reddit decidiesen empujar al alza la cotización de una acción (fue el caso de GameStop) para que estas fuesen «to the moon» produciendo ganancias brutales a los listos que estuvieron en la base de ese «pumpeo».

Elon ha hecho algo muy parecido con la moneda meme «Dogecoin» y se ha convertido en el principal «pumpeador» de la criptobroma. Sin embargo legiones de personas siguen sus palabras como quien sigue un oráculo divino y una sola frase suya sirve para hacer subir Dogecoin a las nubes o hacerla caer, como recientemente, hasta un 30%.

Pues bien, hace unas semanas comenzó a correr por las redes el rumor de que Elon Musk podría hablar de otras monedas relacionadas con perros y así los «believers» y los especuladores —no es ilegítimo especular con conductas ajenas— comenzaron a comprar una caterva de criptomonedas relacionadas con perros: Shiba Inu, Akita Inu, Kishu Inu, Hokkaido Inu… a la espera de que Elon Musk hablase. Y Elon Musk habló y se produjo el milagro: la cotización de los criptoperros se disparó a la luna.

Pero, mientras Elon Musk brillaba desde Estados Unidos en programas «prime time» de la TV, Vitalik Buterin simplemente trabajaba en sus proyectos desde Zug, Suiza, su actual residencia.

Los creadores del criptomeme Shiba Inu, la pricipal de estas «Altdogcoins», habían construido su moneza sobre Ethereum (la red fundada por Vitalik) y habían colocado el 50% de las criptos a su nombre pensando que, de esta forma, su acción ganaría «momentum» publicitario, o se produciría una escasez inducida que hiciese subir los precios o… Vaya usted a saber.

El «pumpeo» mediático de Elon Musk se produjo y los criptoperros comenzaron a subir como cohetes y, de no valer nada de nada, pasaron a multiplicar su casi insignificante valor de forma brutal.

Elon Musk había hecho ricos a muchos «believers» pero, sobre todo, había hecho inmensamente rico a Vitalik Buterin. El mundo de los believers, la especulación y el juego era feliz, pero Vitalik no tanto. Aunque inmensamente rico toda esta actividad estaba haciendo subir el precio del gas en su amado «Ethereum» (Shiba Inu estaba construido sobre su red), un proyecto que de chiste no tiene nada y que está destinado a señalar el camino en que la economía mundial saltará de la Edad del Hierro al siglo XXI.

Y entonces, es decir, hace solo 11 horas, saltó la noticia: Vitalik Buterin, el multimillonario en Shiba Inus, había donado todas sus criptomonedas a entidades caritativas o sin ánimo de lucro. Desde fundaciones de Software Libre a organizaciones de caridad recibieron una inesperada lluvia de millones y esto produjo un efecto que ninguno de los «believers» de Elon Musk pensaba: el precio de los criptoperros cayó en barrena.

Asisto estupefacto a este espectáculo: no entiendo la frivolidad de Elon Musk, no entiendo la fe casi religiosa que tienen en él sus believers, entiendo a los especuladores que tratan de hacer negocio con toda esta locura, pero, sobre todo, lo que me reconforta es el mensaje que ha mandado a todos Vitalik Buterin: miren, no quiero eso, no es el dinero mi objetivo, yo juego a la grande.

Quizá este oscuro episodio se olvide o quizá ni siquiera llegue a ser conocido, pero a mí me parece ilustrativo y didáctico —por eso lo escribo aquí— y, aunque ustedes me discutan si lo es o no lo es, lo que nadie podrá negarme es que hoy, muchas entidades sin ánimo de lucro y muchos pobres están muy contentos.

Manolete y el bitcoin

Manolete y el bitcoin

Mire, si no distingue usted un capote de una muleta, si cree que el toro es una mona o si, simplemente, no tiene ni la más remota idea de lo que es torear… ¿cree usted que se va a hacer rico lanzándose al ruedo sin más? No soy profeta pero le voy a predecir lo que le va a pasar: acabará usted tumbado en una camilla de hule con un cirujano tratando de recomponerle la femoral.

Estoy convencido de que usted me entiende.

Pues bien, si esto es así, ¿qué le hace pensar a usted que, sin saber lo que quiere decir la palabra criptografía, sin lograr imaginar siquiera qué puede ser eso del blockchain, sin tener la más remota idea de cómo funciona la minería de bloques, la PoW o la PoS, se va usted a hacer rico?

Mire, como en el caso anterior y, sin ser, como le digo augur, le voy a regalar esta profecía: con suerte perderá usted parte de su dinero, con algo menos de suerte lo perderá todo.

Estoy harto de ver repetirse la misma historia: «Invertí mil euros porque me dijeron que era muy fácil ganar mucho, y pronto me dijeron que había ganado tres mil y, claro, invertí más, y ahora me dicen que he perdido los diez mil que invertí…».

Otra: «Me dijeron que pusiera 4000€ para minar Shitcoin que era una moneda muy buena y que, si la cosa iba bien, pronto podría vivir sin trabajar…»

Otra más: «Me dijo que había diseñado un algoritmo de trading que aprovechando no sé qué principio informático funcionaba muy bien y que, si invertía 5.000€, ganaría mucho. Y yo, pues lo invertí.
—¿Y qué pasó?
—Que se quedó con el dinero…»

Estoy cansado de escuchar esta historia en los últimos tiempos, una historia tan vieja como la humanidad y que se ha repetido hasta la saciedad ya sea usando como cebo el oro, estampitas, billetes de lotería o dinero nigeriano… Nos encontramos siempre con los mismos actores: el timador y su astucia, el timado y su codicia y algo supuestamente valioso como oro, dinero, billetes de lotería premiados o recientemente… Criptomonedas.

Es la misma vieja historia de siempre y les aseguro que, ni el oro ni el dinero ni el bitcoin, son los culpables de ella, si hay que buscar un culpable busquenlo en la codicia humana.

En este mundo, como en todo, la mejor medicina es la preventiva y el mejor consejo es el que se pide antes y no después del desastre.

Nadie nació sabiendo y, si usted se mete en un negocio que no entiende y en el que está involucrado el dinero o algo valioso, no tenga usted la menor duda de que será engañado, ya se trate de una hipoteca con cláusula suelo-techo o se trate de un maravilloso algoritmo de trading.

Manolete, Manolete… si no sabes torear ¿pa qué te metes?