Para griegos y romanos la península ibérica era un lugar lleno de pueblos y tribus con abundantes costumbres exóticas.
Famosísimo es el texto del historiador griego Estrabón a propósito de las mujeres astures y su enorme dureza en el trabajo. Debo decir que de los hombres astures resalta su obstinación por la cosa de la libertad, pero, del trabajo de ellos no dice nada y espero que mi amigo David Roiz Baztán sepa perdonarme. Bueno, bromas aparte, Estrabón se admira de la dureza de las mujeres astures y escribe:
Con frecuencia paren en el momento en el que se encuentran en plena labor, de forma que lavan al recién nacido inclinándose sobre la corriente del arroyo, y lo envuelven luego (Estrabon III, 4,17).
Mas adelante Estrabón nos cuenta que, tras lavar y envolver a la criatura, esas mujeres seguían trabajando como si tal cosa.
Cosas de hace dos mil años dirán ustedes.
No crean. Las abogadas en España no son indígenas astures pero les aseguro que lo que escribe Estrabón les es prefectamente aplicable. Con frecuencia están trabajando hasta el mismo momento de dar a luz y, sin que nadie les perdone un plazo, en cuanto son capaces de volver a escribir en el ordenador vuelven a su tarea y a los juicios con el cuerpo dolorido.
Esta barbarie, que ya hace dos mil años era barbarie, parece que no llama la atención de nadie ahora. Parece que en el siglo I hubiese más sensibilidad hacia la maternidad que en el XXI.
De las condiciones en que los hijos de las abogadas llevan adelante la lactancia ni les hablo, basta con que miren la foto de abajo e irán formándose una idea.
Mientras leo la famosa cita de Estrabón sobre las mujeres astures pienso en nuestras abogadas y pienso en nuestros gobernantes y me hierve la sangre al pensar que tengan menos sensibilidad que un griego de hace dos mil años.
Sí. Las Mujeres. Han, Hemos, y Tenemos. » una Grán Capacidad. Y una Grán Superación. Para, llevar y Sacar, Adelante la Situación que se, Tercie.»
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