Va a comenzar 2017 y muchos españoles andan calculando lo que el banco habrá de devolverles a causa de aquel abuso industrializado que se dio en llamar «cláusulas suelo».
Es tiempo de que se diga: si aquel abuso tiene hoy remedio no fue gracias al gobierno (que defendió la no devolución completa), ni al Banco de España (que miró para otro lado), ni a las Cortes de la Nación (que prefirieron legislar sobre otras cosas), ni al Tribunal Supremo de España (que prefirió causar daño a los ciudadanos para no causarlo a la banca)…
Si este abuso tiene remedio es porque hubo ciudadanos que, a pesar de la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo, reclamaron. Y porque hubo abogados que confiaron en que el sistema debería funcionar y tramitaron esas demandas. Y porque hubo jueces de a pié (la sagrada infantería) que llevaron la injusticia al Tribunal de Justicia de la Unión Europea y allí, lejos de nuestras fronteras, se decidió algo que en España parecía imposible decidir: que nadie puede aprovecharse de los abusos que comete.
En este asunto quien ha vencido es la tropa, la infantería y quien ha perdido es el gobierno, el Tribunal Supremo, el Banco de España y la patronal bancaria. Sin embargo, no parece que ninguno de quienes estuvieron con la banca y contra los intereses de la ciudadanía vaya a dimitir. Ni siquiera se han sonrojado y, por supuesto, nadie ha pedido disculpas. Por eso, cuando ahora les oigo decir que van a intervenir para solucionar el asunto, sujeto fuertemente mi cartera. Quienes no impidieron que esto pasase, quienes toleraron que pasara, quienes no lo remediaron cuando ocurrió ¿van a encargarse ahora de solucionarlo?… ¡Quiá!. Yo que usted no me fiaría de ellos.
Pues bien; 2017 va a ser un año más feliz que 2016 aunque sólo sea por este episodio doméstico de las hipotecas. Y no va a ser más feliz por el gobierno, ni por los ministros ni por el Tribunal Supremo. Va a ser más feliz porque la gente común, una vez más, ha sabido arreglar sus problemas en contra de las inicuas maneras de los que mandan.
Va a empezar un nuevo año, esperemos que el viento nos sople de espaldas y que, como en el episodio de las cláusulas suelo, los comunes sigamos siendo capaces de solucionar los problemas a pesar de quienes nos gobiernan. Feliz 2017.