Los romanos medían los volúmenes de forma harto complicada: su mayor medida de capacidad era el cuadrantal (un ánfora) correspondiente a 26,6 litros actuales; el ánfora tenía dos urnas y cada urna cuantro congi; cada congus tenía seis sextarios y cada sextario dos héminas o cuatro cuartarios y cada cuartario tres «cyathi», lo que equivale a 45,6 cm³ de la actualidad.
Y es precisamente este cyathi la medida que a mí me interesa y de la que yo vengo a hablarles.
Porque según nos cuenta Marcial en sus Epigramas el cyathus era la medida de bebida corriente para los romanos; es decir, que si un ciudadano romano se acercaba a un thermopolium a echar un ratico lo normal es que se pidiera un cyathus de vino y en este punto debo repcrdar que el latín es un idioma flexivo donde los sustantivos se declinan según la función que desempeñan en la frase, de forma que debo indicar que cyathi es el plural de ciathus.
Así pues cuando el romano se pedía una sola bebida pedía «un cyathus de vino», por ejemplo, lo cual no deja de sorprender cuando uno es español y al acercarse a una taberna se pide «un chato de vino».
Y sí, aunque la RAE diga que «chato» proviene del latín «platus» (llano), esto está puesto en cuestión por etimólogos notables (Enrique Otón, José Sánchez Real) que afirman que «platus» es válido para los chatos de nariz pero que «chato», en el caso del vino, proviene de la antigua medida romana de capacidad usada para pedir un trago de bebida: el cyathus.
Y yo ¿qué puedo hacer si soy un hispanorromano cultural? Pues haré como Marcial o como Horacio o Virgilio y me aplicaré un «cyathus» de vino y unos altramuces (del ár. hisp. _attarmús,_ este del ár. clás. _turmus,_ y este del gr. θέρμος _thérmos._) y ya otro día les hablaré del por qué al altramuz le llaman chocho.

Haría falta vivir dos o tres vidas para aprovechar bien la sabiduría y erudición de Pepe Muelas. Esto de hoy es como siempre muy interesante, pues, emulando a Raul del Pozo, en estos tiempos apenas cabe otra cosa que proclamar enérgicamente: «¡viva el vino!».
Sin embargo, discrepo de esa consideraciones etimológicas respecto a «chato», y tengo mis razones. Yo me fijaría más bien en el hecho de que en Italia se refieren a un tipo de vaso de origen etrusco (idéntico a nuestros vasos de chato), como «vaso esquía chato» (vaso schiacciato). También se refieren a la nariz chata como «naso esquía chata». Schiacciato vale por aplastado, en italiano.
Teniendo en cuenta la notable cantidad de léxico español derivado del habla medieval y moderna de los genoveses, toscanos, napolitanos… esta derivación debería ser tenida en cuenta, si bien, es posible que converja con la muy interesante propuesta en el post. Se non è vera, è molto ben trovata…
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¡Magnífico!
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