Hoy es Viernes de Dolores, la fiesta de mi ciudad por antonomasia y seguramente sea esta una buena fecha para hablarte de mi ciudad y su diócesis.
La ciudad de Cartagena con el étimo de este nombre (𐤇𐤃𐤔𐤕 𐤒𐤓𐤕, Qrt Hdst, Quart Hadast, Carthago) la fundó el púnico carthaginés Asdrubaal yerno de Amelkart Barca hace ahora 2252 años. Discúlpenme si en lugar de Asdrúbal o Amílcar escribo Asdrubaal o Amelkart pero es que no renuncio en los nombres teofóricos (nombres que incorporan el nombre de una deidad) a tratar de mantener en lo posible la grafía del dios a que hacen mención, Baal en el caso de Asdrúbaal y Melkart en el caso de Amelkart (𐤇𐤌𐤋𐤒𐤓𐤕) Barca.
A veces los nombres nos cuentan cosas.
Como ven Amelkart Barca y Carthago comparte en sus nombre el trilítero «krt», «qrt» o «crt» en grafías actuales (𐤒𐤓𐤕 en alfabeto fenicio) y es normal pues esa palabra significa «ciudad». Así el dios Melkart es el rey (Melek) de la ciudad (Quart) y mi ciudad Quart, más de dos mil años después aún conserva el trilítero CRT, QRT o KRT en grafías actuales que nos indica no solo su origen fenicio sino también su caracter de ciudad.
Y ya me he ido por las ramas.
Mi ciudad y mis vecinos mantienen una idiosincrasia propia que no siempre es entendida en esta región (en realidad casi nunca) a pesar de que desde el año 297 AEC todas las ciudades del sureste que se corresponden con la actual región han formado parte del «Distrito de Cartagena» (sí, «Diócesis» es palabra latina que en castellano significa «Distrito» y a cuyo frente suele haber un «episcopus», o sea, en castellano un «supervisor») y por tanto llevan viviendo juntas 2000 años. Lorca, Jumilla-Coimbra, Cehegín… etc. ya formaban parte con Cartagena del mismo distrito cuando, mil años después, los árabes fundaron Murcia.
Mirar el imafronte de la llamada Catedral de Murcia explica muchas cosas de esta región mejor de lo que lo hacen políticos interesados y webs institucionales.
Si miras el imafronte de la llamada Catedral de Murcia observarás que en ella no aparece ninguna referencia a la ciudad de Murcia. Los santos que aparecen en lugar más relevante son todos cartageneros (Leandro, Fulgencio, Isidoro y Florentina). Incluso el nombre por antonomasia del huertano murciano (Pencho) es el nombre de un cartagenero (Fulgencio) y si tratamos de encontrar otros símbolos que no sean cartageneros lo que encontraremos es, por ejemplo, la Cruz de Caravaca, otra ciudad que no es Murcia. Y es normal, pues Murcia, fundada por árabes, carece de un pasado cristiano que contar y por tanto de nada relevante que colocar en el imafronte de un templo cristiano. Lo curioso es que si alguien le hubiese dicho a Leandro, Isidoro, Fulgencio y Florentina que sus estatuas se colocarían en un lugar llamado Murcia quedarían muy sorprendidos pues, simplemente, cuando ellos vivieron, un lugar con ese nombre ni existía ni se le esperaba. Leandro, Fulgencio, Isidoro y Florentina sí conocían la Diócesis de Cartagena pues habían nacido en ella, pero no Murcia ni una catedral de Murcia, pues las catedrales estaban (y están aunque bombardeadas) en la sede de los distritos (diócesis).
Igual ustedes ignoran de quiénes les estoy hablando pero les diré que son, con toda probabilidad los perdonajes históricos más importantes nacidos en esta tierra nuestra. Quizá Isidoro sea el más conocido (Isidoro, obispo luego, de Sevilla) pues, como a buen cartagenerico, se le ocurrió el disparate de meter todo el conocimiento del mundo en un solo libro creando así la primera enciclopedia de la historia, las «Etimologías», permitiendo que el conocimiento de la Roma clásica atravesase toda la Edad Media hasta que, muchos siglos después, Diderot y D’Alembert se lanzasen de nuevo a una hazaña de similares proporciones.
Seguramente Leandro les suene menos que Isidoro pero, para la historia de España y del mundo, es probable más trascendente que su hermano.
Leandro fue el responsable de la conversión al catolicismo del pueblo visigodo y es ese momento de la historia el considerado por muchos historiadores como el del «nacimiento de España». De hecho, si visitan ustedes el Palacio del Senado de España verán que en lugar prominente hay un cuadro de grandes dimensiones conmemorando ese episodio. Leandro también, en el tercer concilio de Toledo, fue en buena parte responsable de la modificación del Credo de Nicea añadiendo la cláusula «y del Hijo», modificación que, andando el tiempo, daría lugar a la separación de las iglesias católica, apostólica y romana de la católica, apostólica y ortodoxa. ¡Ah si Putin lo supiera!
Isidoro y Leandro pues son santos para toda la cristiandad, ya sea romana u ortodoxa, es decir de Moscú a la Tierra del Fuego.
Cosas de cartagenericos.
Por alguna razón, culturalmente, la idea de España ha ido asociada al catolicismo. Los visigodos eran «españoles» porque eran católicos (de ello se encargó Leandro) y las imágenes de sus reyes adornan la Plaza de Oriente y el Palacio Real de Madrid cual si de reyes de España se tratase. Curiosamente los árabes, a pesar de los ocho siglos de presencia en la península ibérica, no son considerados «españoles» por la historiografía tradicional, sino enemigos de los auténticos españoles que, herederos de los reinos godos del norte, eran cristianos desicados a «reconquistar» el viejo reino que perdió Don Rodrigo en el Guadalete. Como ven, a lo que parece, Leandro hizo un buen trabajo y esta caracterización de España es la que todavía mantiene una mayoría sociológica de los españoles.
No es de extrañar que cualquier intento de construir una «identidad regional» sobre un pasado árabe sea una tarea condenada al fracaso. La identidad regional no está vinculada al pasado árabe de Murcia, la identidad regional la tienen escrita en el imafronte de la llamada catedral de Murcia y está vinculada a un pasado cristiano, Cartagenero, Caravaqueño, Jumillano, Ceheginero… Pero no murciano.
Insisto, desde hace dos mil años todas las ciudades de esta zona formamos parte de la misma división administrativa y hemos vivido juntos, aunque 800 años después apareciese una ciudad nueva que, desde 1833, fue designada arbitrariamente capital de este viejo distrito.
Y esto no sentó bien.
Nuestra región, compuesta de dos provincias, Murcia y Albacete, se resquebrajó en la década de los 80 debido a un centralismo crónico que arranca del siglo XIX y que Albacete venía denunciando desde época tan temprana como 1838. Para que se hagan una idea: cuando en 1838 los carlistas aparecieron por Almansa la Audiencia Territorial de Albacete (órgano judicial supremo de las provincias de Murcia, Ciudad Real, Cuenca y Albacete) decidió huir de Albacete y establecerse en Cartagena. Cuando la Diputación de Murcia les ofreció instalarse en Murcia tanto la Audiencia como la Diputación de Albacete se negaron afirmando que si la Audiencia se instalaba en Murcia ya no volvería nunca a Albacete.
Por eso, en cuanto hubo la más mínima oportunidad, Albacete huyó de la Región de Murcia. Hoy tienen una universidad que el centralismo de Murcia les negaba y hoy son la primera ciudad en población de Castilla La Mancha en lugar de ser la tercera ciudad de la Región de Murcia.
Sí, el centralismo mal entendido ha destruido esta Región hasta seccionarla por la mitad y la seguirá destruyendo si persisten asuntos como CAETRA por solo poner un ejemplo.
La propia ciudad de Murcia padece ese centralismo de unos pocos. Pedanías fortísimamente pobladas como El Palmar han venido reclamando una entidad local menor que nunca acaba de llegar en la forma deseada y en general, 52 pedanías que reúnen a la abrumadora mayoría de los habitantes del municipio de Murcia ven como sólo el pequeño centro de Murcia (unos 140.000 habitantes frente a los más de 400.000 de la ciudad, se benefician de un reparto poco equitativo de gastos, impuestos e inversiones).
El centralismo percibido —subrayo «percibido»— ya ha fracturado esta región expulsando a Albacete y la fracturará aún más si, en lugar de una Región centralizada no diseñamos una Región distribuida que haga posible que esta historia de 2000 años que se inició con el distrito carthaginense pueda seguir adelante.
Quizá hoy, día de la fiesta mayor de mi ciudad, sea un buen día para recordar estas cosas.
















