Un chato de vino

Un chato de vino

Los romanos medían los volúmenes de forma harto complicada: su mayor medida de capacidad era el cuadrantal (un ánfora) correspondiente a 26,6 litros actuales; el ánfora tenía dos urnas y cada urna cuantro congi; cada congus tenía seis sextarios y cada sextario dos héminas o cuatro cuartarios y cada cuartario tres «cyathi», lo que equivale a 45,6 cm³ de la actualidad.

Y es precisamente este cyathi la medida que a mí me interesa y de la que yo vengo a hablarles.

Porque según nos cuenta Marcial en sus Epigramas el cyathus era la medida de bebida corriente para los romanos; es decir, que si un ciudadano romano se acercaba a un thermopolium a echar un ratico lo normal es que se pidiera un cyathus de vino y en este punto debo repcrdar que el latín es un idioma flexivo donde los sustantivos se declinan según la función que desempeñan en la frase, de forma que debo indicar que cyathi es el plural de ciathus.

Así pues cuando el romano se pedía una sola bebida pedía «un cyathus de vino», por ejemplo, lo cual no deja de sorprender cuando uno es español y al acercarse a una taberna se pide «un chato de vino».

Y sí, aunque la RAE diga que «chato» proviene del latín «platus» (llano), esto está puesto en cuestión por etimólogos notables (Enrique Otón, José Sánchez Real) que afirman que «platus» es válido para los chatos de nariz pero que «chato», en el caso del vino, proviene de la antigua medida romana de capacidad usada para pedir un trago de bebida: el cyathus.

Y yo ¿qué puedo hacer si soy un hispanorromano cultural? Pues haré como Marcial o como Horacio o Virgilio y me aplicaré un «cyathus» de vino y unos altramuces (del ár. hisp. _attarmús,_ este del ár. clás. _turmus,_ y este del gr. θέρμος _thérmos._) y ya otro día les hablaré del por qué al altramuz le llaman chocho.

La crisis 2008: Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas.

     Esta semana en Estados Unidos se han aprobado los planes que conducirán a la que será, probablemente, la mayor nacionalización de su historia. El país más poderoso del mundo, el paradigma del capitalismo, trata de dar carpetazo a la crisis hipotecaria nacionalizando las empresas en pérdidas mediante una operación que puede costar a cada norteamericano (hombres, mujeres, niños e inmigrantes incluidos) más de 3.000 dólares.

La medida ha sido celebrada por los mercados de capitales con una euforia bursátil sin precedentes y los propietarios de las empresas que cotizan en bolsa han visto con alegría como, gracias a esos más de 3.000 dólares que va a pagar cada norteamericano, sus acciones suben de nuevo en la bolsa y cómo recuperan gran parte de lo perdido durante esta crisis.

Sin embargo, según fuentes bien informadas, parece ser que ninguno estos accionistas tiene la más mínima intención de compartir sus ganancias con los ciudadanos que van a pagar la cuenta de sus pasados desmanes. Seguir leyendo «La crisis 2008: Privatizar los beneficios, socializar las pérdidas.»