En todo el ecosistema judicial sólo hay dos especies de «operadores jurídicos» que cumplan el desigual rito llamado plazo y que, en caso de incumplirlo, respondan de todos los perjuicios que causen con todos sus bienes presentes y futuros.
Si el letrado llega tarde o no llega a una vista civil puede encontrarse con que su parte pierda el pleito y él haya de indemnizarla de todos los daños sufridos… Ya, si el que llega es tarde es el juez o el imprescindible funcionario de turno, entonces nada ocurre: la parte, el abogado y el procurador habrán de esperar pacientemente y sin derecho siquiera a la protesta.
He visto a letrados conducir a velocidad enloquecida entre San Javier y Murcia solo porque en San Javier el primer juicio de la mañana se retrasó de forma inexplicable y el letrado podía no llegar a tiempo a la audiencia previa de media mañana en Murcia.
Sí, tengo amigos que se dejaron los dientes y casi la vida en la curva de incorporación de la autovía de San Javier a la de Murcia, tengo amigos que acabaron con su coche enmedio de un campo de almendros tras salirse de la carretera y tengo amigos que, antes de que se construyese la autovía, atravesaron la carretera bordeada de eucaliptos entre Cehegín y Caravaca como quien atraviesa en Le Mans las Hunaudieres.
Luego, pleitos que debieran durar meses, duran años… Y siempre hay quien señala a esos malvados abogados que dilatan…
Y me llevan los demonios.
Me llevan los demonios porque llevo casi 40 años soportando esperas inexplicables y viendo cómo los plazos solo parecen regir para las partes. Y sufriendo los insomnios del plazo, las angustias de la prescripción y la indignación de ver cómo una administración irresponsable ajusta estrechas cuentas a cualquier procurador o letrado que se retrasa.
Ayer murió una procuradora en Jaén camino de su trabajo y me importa poco si fue un error humano, un fallo mecánico o una imprudencia. Lo que sí me importa es que, de telón de fondo, hay una administración irresponsable de sus retrasos y en primer plano profesionales que responden de su celeridad con su patrimonio, cuando no con la vida.
Esta situación es una vergüenza infame, todos la sufrimos y nadie la remedia. Y no, no nos culpemos a nosotros, la desvergüenza está en los responsables de la situación y esos no somos nosotros.
Descansa en paz compañera.
