Contigo no, Victoria

Cuando le pidieron a Confucio que manifestase el término que mejor caracterizaba una saludable vida en sociedad, dicen que Confucio contestó:

—Reciprocidad.

Hoy recordamos que Ortega Victoria convoca para mañana manifestaciones en toda España «para que la justicia se active» sin decirnos ni cómo quiere que se active ni cómo exigen los manifestantes «que se active».

—¡Ojalá que llueva café!
—¡Y dos huevos duros!

Y Victoria llama a que apoyen la manifa a esos abogados y abogadas a los que ella no apoyó cuando se concentraron en Madrid por la mejora de las condiciones del turno de oficio. Y Victoria llama a que apoyen la manifa a esos abogados y abogadas a los que ella no apoyó cuando se concentraron en Madrid para protestar por sus pensiones miserables. Y Victoria llama a que apoyen la manifa a esos abogados y abogadas a los que ella no apoyó cuando se concentraron en la puerta de sus juzgados reclamando dignidad para el turno.

Porque Victoria tiene la santa barra de pedir apoyo a esos y esas a quienes ella les ha negado hasta un lugar en esos «medios de comunicación» que le pagamos todos los colegiados. Si hubo manifestaciones en Madrid y en España ella lo ocultó porque los medios que pagamos todos Victoria no los tiene para informar sino para incensarla.

Y ahora Victoria pide apoyo a quienes ella negó lo que en justicia les correspondía.

Y yo no voy a ir.

No sé si Victoria lo entenderá o no, de hecho no sé siquiera si Victoria ha leído alguna vez a Confucio.

Ojalá que llueva café

Los políticos son una máquina inacabable de producir mensajes vacíos formalmente irreprochables, eso sí.

—¡¡Por la paz en Ucrania!!

Vale, sí, eso lo queremos todos, pero ¿cómo quieres lograrlo? ¿quieres que se rinda Ucrania? ¿O quieres que se rinda Rusia? ¿quieres mandar armas a unos u otros? ¿o prefieres dejar sin suministros a unos a otros o a ambos?

Pedir la paz es la tipica vaciedad que nadie puede criticar y que, ante los incautos, puede incluso otorgarte una cierta pátina de hombre/mujer de estado; pero pedir la paz sin decir cómo lograrla es algo tan inane como pedir que llueva café.

—¡¡Contra el paro fomentaremos el empleo!!

Que sí chavales, que sí, que el paro es malo y el empleo bueno, que eso lo sabemos y lo queremos todos; lo que necesitamos no es alguien que nos diga que el empleo es bueno sino alguien que tenga voluntad, buenas ideas y un plan para conseguirlo.

Tras seis meses de huelga de la justicia (seis), tras medio año con los juzgados casi paralizados, ahora la abogacía institucional ha descubierto que es mejor que la justicia funcione a que esté parada, un descubrimiento genial al que nadie sino un genio podría haber llegado.

Y es por eso que ahora, tras seis meses de huelgas, cuando la abogacía real está en la calle y manifestándose por la insoportable situación económica, viene la abogacía institucional a decirnos que hemos de manifestarnos «para que se reactive la justicia».

Ojalá que llueva café.

Vamos a ver, líderes, lideresas y lideresos, pues claro que todos queremos que la justicia funcione, como todos deseamos la paz en Ucrania o el pleno empleo, eso es una obviedad, pero lo que se exige de quien lidera una protesta es que fije su plan para conseguir que llueva café si es que es café lo que pide.

¿Quieren ustedes que el gobierno se siente a negociar? ¿Cómo es que entonces no presiona usted en pleno periodo electoral para que lo haga? ¿quiere usted que los funcionarios levanten la huelga? ¿Por qué no lo dice explícitamente y traslada a la opinión pública los perjuicios que la huelga causa?

Hacer una manifestación «porque la justicia funcione» es tan inútil como hacer una manifestación «contra el hambre en el mundo»; si quieres acabar con el hambre comienza por recolectar alimentos.

Ocurre que, tras seis meses de manifestaciones de una abogacía harta, seis meses durante los cuales el Consejo General de la Abogacía Española ha preferido mirar hacia otro lado, meter la cabeza en el suelo para no ver y hasta boicotear las legítimas manifestaciones de abogados y abogadas, ocurre que, tras todo eso, la líder del CGAE y sus corifeos se han dado cuenta de que han perdido toda iniciativa entre la abogacía real, que los deseos y aspiraciones de la abogacía ya no los representa ni los canaliza CGAE, que, desde hace cinco años, desde que Victoria Ortega Benito preside el Consejo, este organismo se ha convertido en el imaginario de los abogados y abogadas reales más en un problema que en una solución.

CGAE no produce ideas y si las produce son desactivadas por su cúpula, más preocupada en ocultar dietas, escándalos presupuestarios y obvenciones poco justificables que en solucionar los problemas que afectan a la mayoría de abogados y abogadas de España.

Ahora, pidiendo que «se reactive la justicia» (pidiendo que llueva café) una petición tan blanca y pura que todo el mundo debe estar de acuerdo, pretenden aparentar recuperar una iniciativa que perdieron hace mucho. En realidad tras la manifestación convocada no hay ningún plan para acabar con la huelga y ni siquiera este es el objetivo perseguido por la líder y sus corifeos; el objetivo es otro mucho menos beatífico y menos confesable: el objetivo es presentar las movilizaciones como una muestra de capacidad de liderazgo y poder así mantenerse en una presidencia sin más fin que la autocomplacencia y el onanismo institucional.

No se puede gobernar contra el pueblo

Hoy es un día de infamia; a pesar de que las asociaciones judiciales han manifestado su clara oposición a la medida, a pesar de que los TSJ’s mayoritariamente se han opuesto, a pesar de que el Consejo General de la Abogacía ha expresado su oposición unánime, a pesar de que Comunidades Autónomas enteras han expresado su rechazo a través de los órganos representativos de la soberanía popular… a pesar de eso, digo, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha decidido llevar a cabo una de las agresiones más flagrantes contra los derechos de los ciudadanos y en favor de la banca.

Verán, tras el hecho de que el CGPJ haya decidido «encapsular» (este es el eufemismo que usan) todos los juicios de hipotecas en un ÚNICO juzgado por provincia no es que se esconda solamente una agresión a los 2/3 de la población española que no vive en las ciudades seleccionadas como sede.

Tras el hecho de que el CGPJ asigne el conocimiento de 1.500.000 hipotecas a tan solo 54 juzgados en España no es que se esconda sólo el hecho cierto de que se estará tratando de provocar un colapso judicial generalizado.

Tras el hecho de que se pretenda atribuir a jueces en prácticas el conocimiento de estos asuntos no se esconde sólo un gesto de desprecio hacia los consumidores.

Tras el hecho de que se trate igual a Soria que Madrid o que se dejen islas sin juzgado no late sólo un rasgo de estolidez propio de la soberbia covachuelista.

Tras el hecho de que el CGPJ obligue a 2/3 de la población española a pagar sobrecostes multimillonarios para acceder a la justicia no se esconde sólo la consecuencia del error de mentes incapacitadas para pensar con conceptos que superen lo provinciano…

No, lo que se esconde tras todas estas infamias encadenadas, es el mayor favor que el sedicente poder judicial podría hacerle a la banca, de tal manera que la norma puede comprenderse mejor si la entendemos escrita al dictado de los intereses de los bancos que de las exigencias de la razón normalmente constituida.

Dificultando el acceso a la justicia de los ciudadanos se favorece a la banca, provocando lentitud en la tramitación de las reclamaciones se favorece a la banca, encareciendo artificialmente las reclamaciones de los ciudadanos se favorece a la banca, maltratando a los 2/3 de la población de España que no vive en capitales de provincia se favorece a la banca…

Busque usted en esta disposición de enquistar las hipotecas en poco más de 50 juzgados un sólo rasgo que favorezca al consumidor y no a la banca y si lo logra estoy dispuesto a invitarle a un café y discutirlo, porque, sin duda, será sólo un espejismo.

Hoy el CGPJ ha comunicado su decisión de pasarse por el forro las opiniones y la voluntad de los ciudadanos, hoy ha vuelto el despotismo (no el ilustrado, que eso sería algo, sino el provinciano) como forma de gobierno… Hoy es un día de infamia.

Sin embargo, lo que toda esta tropa olvida es que no se puede gobernar contra el pueblo o, al menos, que no se puede gobernar impunemente contra el pueblo. Parece que han olvidado el ejemplo de Gallardón marchando a su casa con oprobio y dejando uno de los peores recuerdos que se tiene de un ministro de justicia en España. 

Vamos a tener que recordárselo y vamos a tener que recordárselo de una forma que no olviden nunca jamás. No se puede gobernar impunemente contra el pueblo.