El nombre de mi ciudad

El nombre de mi ciudad

Creo que estos días les he hablado de muchas cosas (del islam, de las cruces de mayo, de las papas con chocos…) aunque siento que he hablado poco de mi ciudad, así que, esta tarde, me van a permitir que les cuente la historia del nombre de mi ciudad. Ténganme paciencia.

A mi ciudad le dieron nombre (como dijo Cervantes) los carthagineses, que a su vez eran no más que una colonia fenicia que, como es natural, hablaba y escribía en fenicio.

Para entender el nombre de mi ciudad es preciso entender primero cómo funciona el idioma fenicio, siquiera sea superficialmente, así que déjenme decirles que el fenicio es una lengua semítica no muy distinta del hebreo, el arameo o el árabe y que, como ellas, a la hora de escribir no dibuja las vocales sino solo las consonantes, pues es en las consonantes donde se esconde la fuerza semántica de las palabras. Por ejemplo, si yo les pidiese que adivinaran el nombre de una ciudad del mundo cuyas vocales son «AI» estoy convencido de que nadie tendría la seguridad de la ciudad de que estoy hablando, pero si yo escribo las consonantes de su nombre «MDRD» tengo la seguridad de que un altísimo porcentaje de mis lectores sabrán de inmediato de qué ciudad hablo.

Es por eso que fenicios, hebreos, arameos o árabes no suelen escribir las vocales (aunque hay signos auxiliares para ellas) y sí solo las consonantes de ahí que el alfabeto fenicio esté compuesto exclusivamente por consonantes.

No desprecien ustedes el alfabeto fenicio pues todos, absolutamente todos, los alfabetos del mundo descienden del alfabeto fenicio y seguramente les sorprenda saber que el alfabeto latino y el árabe, tan distintos entre sí, descienden los dos del alfabeto fenicio.

Los fenicios (y con ellos los carthagineses), pues, enseñaron a la humanidad a leer y escribir y, reduciendo los miles de signos de los silabarios mesopotámicos o egipcios a poco más de 20 letras, convirtieron la tarea de aprender el alfabeto en una tarea sencilla y pusieron la escritura a disposición de todas las clases sociales.

Si usted y yo nos estamos comunicando ahora mediante este texto es gracias a los fenicios, no lo olvide.

¿Y en qué dirección escribían los fenicios? ¿de derecha a izquierda o de izquierda a derecha?

La respuesta exacta es que en cualquiera, de hecho, a menudo, escribían el primer renglón de derecha a izquierda y el segundo de izquierda a derecha y así sucesivamente. A esta forma de escribir se le llama «bustrofedón» y fue común en las épocas tempranas de las lenguas, momento en que el griego o incluso el latín se escribían de izquierda a derecha o de derecha a izquierda dependiendo de los gustos del escriba. Con el tiempo latín y griego comenzaron a escribirse principalmente de izquierda a derecha mientras que el fenicio/carthaginés se escribió principalmente de derecha a izquierda y es por eso que tanto el hebreo como el arameo como el árabe se escriben de derecha a izquierda, aunque por entonces no era una regla fija y hoy puede usted usar el alfabeto fenicio como prefiera. Yo, por razones técnicas, lo escribiré en este post de derecha a izquierda salvo que les diga otra cosa.

Una vez explicado esto les diré que Carthago, la originaria, la de Túnez, deriva de las expresiones fenicias que, transliteradas, se corresponderían con las secuencias latinas QRT HDST. La primera letra de la grafía fenicia «𐤒» presenta algunas dificultades pues representa un sonido extraño al alfabeto latino. Qop (𐤒‏‏‏‏‏) es la decimonovena letra del alfabeto fenicio y representaba el sonido oclusivo uvular sorda transliterado como /q/. De esta letra derivan la qof siríaca (ܩ), la kuf hebrea (ק), la qāf árabe (ﻕ), la qoppa (Ϙ) griega, la Q latina y la Ҁ cirílica. Quizás deriven también de ella las fi (Φ) y psi (Ψ) griegas y las Ф y Ѱ cirílicas.

No se extrañen pues si ven la letra «𐤒‏‏‏‏‏» transliterada como «K» o como «C» y de hecho, ustedes verán que, dependiendo de la época, el nombre de nuestra ciudad aparece escrito en textos latinos como Karthago o Carthago.

La primera palabra de las dos que componen el nombre de nuestra ciudad «QRT» (o KRT o CRT) significa exactamente «Ciudad» en fenicio.

Pueden ustedes encontrar la secuencia QRT o KRT en muchos lugares del Mediterráneo siempre con este mismo significado de «Ciudad»; por ejemplo, si oyen el nombre de un dios llamado MELKART ya pueden ustedes apostar a que es un dios fenicio o cananeo y en su nombre hace referencia a algo que tiene que ver con una ciudad. Y así es. La secuencia MLK significa «rey» y puede usted encontrarla en nombres bíblicos como MaLaKias o abiMeLeK o incluso en la actualidad en nombres musulmanes como Abd el MaLiK. Por su parte la secuencia KRT quiere decir ciudad de forma que la secuencia MLKRT (MeLKaRT) puede ser traducida con toda corrección como «el rey de la ciudad» y, en efecto, así es pues Melkart era el principal dios de la ciudad fenicia de Tiro, lugar de donde son originarios los carthagineses.

Como puedes imaginar muchas ciudades del Mediterráneo incorporan la secuencia sonora KRT en su nombre y, por solo citar ciudades de España, les recordaré Cartaya, en la costa onubense, la vieja Carteia carthaginesa. Es muy divertido buscar KRT’s en el Mediterráneo y si un día les sobra tiempo les estimulo a que lo hagan.

Y sí la secuencia 𐤒𐤓𐤕 (QRT, KRT, CRT) significa «ciudad» la secuencia 𐤇𐤃𐤔𐤕 (HDST) significa «nueva». Así pues, ambas secuencias juntas, KRT HDST significan exactamente «Ciudad Nueva».

Pero ¿a qué ciudad hace referencia este nombre? ¿a la Carthago de Túnez o a la Carthago de España?

A ambas, pues ambas ciudades se llamaban EXACTAMENTE IGUAL lo cual ya fue advertido por autores romanos que llamaron la atención a sus compatriotas sobre el hecho de que no debían llamar a la Carthago de Hispania «Carthago Nova» pues ya el propio nombre Carthago incorporaba el significado de «nueva». Así pues Carthago una y Carthago la otra, ambas con el mismo nombre y ambas ciudades «nuevas».

A la vista de las secuencias originales fenicias entenderán porqué prefiero escribir Carthago a Cartago, pues la h separa las dos palabras de nuestro nombre, CaRT HaGo, Quart Hadast, QRT 𐤒𐤓𐤕 – HDST, 𐤇𐤃𐤔𐤕.

Por todo esto hoy he decidido darle un toque local a mi avatar y colocarle en la estrella, en lugar de la habitual #T, el nombre primigenio de mi ciudad, empezando por esa letra extraña Qop (𐤒‏‏‏‏‏) que podría haber representado originalmente una aguja de coser, específicamente el ojo de la aguja (en hebreo קוף quf y en arameo קופא qopɑʔ ambos se refieren al ojo de una aguja) o la parte posterior de la cabeza y el cuello (qāf en árabe significa «nuca»).

Y no me parece mal que la primera letra de nuestra ciudad represente al ojo de una aguja pues con ella se escribió también aquel versículo evangelio del camello, el rico y el ojo de la aguja (es más facil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el cielo). Y es que me parece a mí que es también más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que algunos pastadores del presupuesto público de la Asamblea o del Gobierno Regional entiendan el sentido profundo de alguna de estas cosas.

Qart Hadast

No hace mucho me referí a la ciudad de Aníbal como Carthago Nova y alguien me corrigió diciéndome que la ciudad de Aníbal se llamaba «Qart Hadast» y le reconocí que tenía razón. Tenía razón por partida doble pues, si consideramos a Aníbal natural de la «vieja Carthago», hay que recordar que la misma se llamaba, en fenicio, «Qart Hadast»; es decir, exactamente igual que la «nueva Carthago». «Qart Hadast» es un nombre que, traducido de la lengua que hablaban los carthagineses (fenicio) significa «Ciudad Nueva»; y no es extraño que los carthagineses llamasen así a su ciudad pues, siendo ellos fenicios (los «tirios» de la expresión «tirios y troyanos»), «Qart Hadast» (la «Carthago» a secas de los romanos) era para ellos exactamente eso: una ciudad nueva.

Cartagena fue bautizada por los carthagineses exactamente igual que su ciudad de origen; es decir, como «Ciudad Nueva» (Qart Hadast), de forma que los romanos, para distinguirlas, llamaron a la «Qart Hadast» ibérica Carthago Nova, lo cual viene a ser una redundancia pues literalmente significa «Nueva Ciudad Nueva».

¿Cómo se escribía y se pronunciaba en fenicio «Qart Hadast»? Escribirlo es fácil pues hoy día disponemos gracias a unicode de alfabeto fenicio en nuestros ordenadores: 𐤒𐤓𐤕 𐤇𐤃𐤔𐤕

Ojo… el fenicio se escribe —como el árabe— de derecha a izquierda de forma que la primera letra no es el «+» (T) sino «𐤒» (Q), primera letra muy curiosa pues, para los romanos, la palabra comenzaba con un sonido oclusivo velar (K) y así lo escribieron ellos (Carthago/Karthago). La realidad es más compleja, al parecer la letra «𐤒» representa un sonido oclusivo uvular que se representa en el alfabeto fonético con el signo «q», su pronunciación, si quieren, se la ejemplifico otro día con un cafelico de por medio.

Sólo un dato para finalizar, no cuenten las letras pues, en fenicio, no se escribían las vocales sino solo las consonantes (como en árabe o egipcio medio) y por tanto, si hubiésemos de representar el nombre de nuestra ciudad en alfabeto latino y de izquierda a derecha, resultaría «KRT HDST» o mejor «QRT HDST». El trilítero KRT (tan presente en el Mediterráneo —KReTa—) o QRT, siempre me ha gustado más que el muy administrativo CT de las listas de embarcaciones, pero esa es otra historia.

Y no sé por qué les he contado esto… sé que quería contarles algo, pero me he liado con los fenicios y… bueno, ya me acordaré.

Turno de oficio a la romana


Hoy me ha dado por ver cómo llevaban el turno de oficio los romanos y si cobraban igual de tarde y mal que nosotros; así que, como el Colegio de Augustales me pilla al lado de casa, me he ido para allá a ver qué me encontraba.

No he visto a nadie conocido para preguntarle pero hay que reconocer que el colegio tenía que ser imponente, y digo «tenía» porque se nota que en los últimos dos mil años le ha faltado mantenimiento. Se ve que tenía fuentes la mar de apañadas en unos ninfeos que flanqueaban la sala principal, archivos y patio. La sala principal, presidida por la estatua de Augusto, se ve que fue bastante impresionante y que daba mucho tono a los colegiales. Eso sí, la cuota de entrada costaba un pastizal y sólo si eras muy rico podías formar parte de este colegio.

El edificio está hecho con materiales traídos de la otra punta del imperio (Egipto, Asia Menor), lo que demuestra que no andaban flojos de sestercios estos colegas y que el cumquibus se les debía salir por las orejas.

Al parecer tenían el juzgado (basilica) puerta con puerta, lo que siempre es muy cómodo, aunque en su caso no tenían que pasar por el colegio a recoger la toga: la traían puesta de casa.

En fin, no he podido averiguar mucho más porque hoy es domingo y allí no había nadie, lo que sí puedo confirmar es que, con toda seguridad, debían ser más felices que nosotros: por lo que he visto no existe el más mínimo indicio de que los romanos usasen LexNet.