Las redes del futuro

El futuro no pertenece a las redes centralizadas, el futuro pertenece a las redes distribuidas; y esto, que es válido para las redes informáticas, es también válido para las redes humanas, incluidas, naturalmente,las de gobierno, las legislativas, las jurídicas y, naturalmente, las de los abogados. Sin embargo aún estamos en el albor de las técnicas que permiten que las redes distribuidas se impongan a las caducas redes jerarquizadas de forma que, ese futuro del que les hablo, será tanto más cercano o lejano cuanto más pronto o más tarde los seres humanos aprendan a dominar las tecnologías que lo permiten.

Hoy, que me he levantado temprano, me he dedicado a explorar una de esas iniciativas distribuidas que me gustan, una cadena de bloques (un «blockchain») llamado «Arweave» y que promete almacenar eternamente los contenidos depositados en él.

La promesa es fuerte (los abogados y abogadas mejor que nadie sabemos cuán débiles son las promesas «para siempre»), pero sus promotores la justifican matemáticamente de forma tan compleja como convincente y, además, la forma en que pretenden llevarla a cabo encaja exactamente con las estrategias de red distribuida (de hecho en el siglo XXI ya nadie -salvo nuestro políticos- peinsa de otra forma). Déjenme que me explique.

Quizá no hayan ustedes oído hablar nunca del telescopio de Arecibo de forma que, aquellos que sí lo conocen, permítanme un párrafo para explicar a los que no que el radiotelescopio de Arecibo fue el mayor telescopio jamás construido gracias a sus 305 metros de diámetro, hasta la construcción del RATAN-600 (Rusia) con su antena circular de 576 metros de diámetro. Uno de sus usos (quizá el más conocido) fue buscar señales de radio o de vida extraterrestre. Si sienten curiosidad búsquenlo en internet y, ahora que sabemos lo que fue el telescopio de Arecibo, déjenme que les cuente una historia.

Los científicos a cargo del telescopio se dieron cuenta que, debido a su tremendo tamaño, el telescopio recogía ingentes cantidades de datos para cuyo procesamiento se precisaba una tremenda capacidad de computación y, una de las soluciones que pensaron, ilustra perfectamente lo que quiero decir cuando les hablo de redes distribuidas. Los científicos responsables de Arecibo, en lugar de pensar en comprar un montón de ordenadores para procesar datos simplemente fabricaron un software para ejecutar protectores de pantalla, pero de una forma especial. Cuando un ciudadano dejaba de utilizar su ordenador se ponía en marcha el protector de pantalla programado por estos científicos y, a partir de ese momento, el ordenador que estaba parado y sin su dueño delante cedía su capacidad de procesamiento a los responsables del telescopio de Arecibo. Muchos miles de personas participaron de forma altruista en este proyecto y eso permitió el procesado de enormes cantidades de datos que, de otra forma, hubiese sido imposible procesar.

SETI@home («SETI at home», «SETI en casa» en inglés), fue el nombre que se dio al proyecto del que les hablo y fue un proyecto de computación distribuida que funcionaba (y funciona) en la plataforma informática Berkeley Open Infrastructure for Network Computing (BOINC), desarrollado por el Space Sciences Laboratory, en la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos). SETI es un acrónimo en inglés para Search for extraterrestrial intelligence (Búsqueda de inteligencia extraterrestre). Su propósito es analizar señales de radio buscando señales de inteligencia extraterrestre y es una de las muchas actividades llevadas a cabo como parte de SETI.

Pues bien, ahora que saben qué es SETI permítanme que les pregunte: ¿qué renimiento o provecho producen los miles de ordenadores existentes en las diversas administraciones y qu permanecen apagados ocho o dieciséis horas al día? ¿a nadie se le ha ocurrido una mejor forma de aprovechar su capacidad de computación o almacenamiento?

Los responsables de la blockchain de que les hablo esta mañana (Arweave) parten de una idea muy similar a la de SETI pero, en lugar de compartir capacidad de procesamiento, se centran en la capacidad de almacenamiento. Todos nosotros disponemos de recursos de almacenamiento de datos que no usamos (espacio libre en tus discos duros por ejemplo) ¿por qué no preparar un software -blockchain- que permita a los ususarios compartir su espacio de almacenamiento sobrante para archivar en él datos ajenos?

La complejidad del proyecto es importante. Además de la necesaria infraestructura de cadena de bloques es preciso que los datos a almacenar permanezcan cifrados e inaccesibles para su anfitrión el cual, maravillas del blockchai, recibirá en compensación por el servicio prestado unos tokens (criptomonedas) que retribuirán su compromiso con el proyecto.

De momento convertir a su ordenador en un nodo más de esa red no es un trabajo al alcance de cualquiera, es complejo y, como primera providencia, es preciso que cambie usted de sistema operativo e instale Linux en vez de Windows, algo que -con Arweave o sin Arweave- debería usted hacer antes temprano que tarde, algo a lo que le estimulo encarecidamente.

Toda esta largísima introducción me sirve para decirles que ya hay plataforma de blogging que permiten colocar sus post sobre arweave de forma que duren «para siempre» (e incluso convertirlos en token NFT) y eso es lo que acabo de hacer esta mañana. He echado un vistazo a los muchísimos post que, desde 2010 llevo escritos sobre a abogacía y los abogados, y he elegido uno al azar para publicar mi primer post «inmortal». Quizá no se vea tan bonito como en mi plataforma wordpress pero, ciertamente, la filosofía que se oculta tras la plataforma que ahora lo sustentan es de las que harán cambiar el mundo y la visión de la sociedad que tenemos los seres humanos.

Les dejo el link.

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