Un buen amigo mío, experto en esto de la historia y de la física, tras leer mi post sobre la lápida de Comenciolo me formuló algunas interesantes objeciones que le animé a escribir como respuesta. No lo ha hecho y como ha pasado ya algún tiempo supongo que no le molestará que sea yo quien lo haga.
En mi post sobre la lápida de Comenciolo analizaba el curioso contenido de una lápida bizantina datada en el año 590 que, traducido del latín, decía:
“Quien quiera que seas, admiraras las partes altas de la torre y el vestíbulo de la ciudad afirmados sobre una doble puerta, a la derecha y a la izquierda lleva dos pórticos con doble arco a los que se superpone una cámara curvo convexa. El patricio Comenciolo mandó hacer esto enviado por Mauricio Augusto contra el enemigo bárbaro. Grande por su virtud, maestro de la milicia hispánica, así siempre Hispania se alegrará por tal rector mientras los polos giren y el sol circunde el orbe. Año VIII de Augusto. Indicción VIII.”
La curiosa expresión «mientras los polos giren» me llevó a preguntarme si acaso los cartageneros fuimos los primeros en descubrir la redondez o esfericidad de la tierra y su movimiento de rotación. Yo mismo me contesté que no y aduje que cualquier hombre culto de aquellos años sabía que la tierra era esférica como ya habían dicho antes Aristóteles y Eratóstenes entre otros. Como prueba incontestable esgrimía que, desde la más remota antigüedad, los reyes han sido pintados o esculpidos portando un orbe (esfera) en la mano; orbe o esfera que representaban al mundo.
Mi amigo, en cambio, no estaba demasiado de acuerdo con mi afirmación y me enfrentó a una curiosa contradicción con sólo dos preguntas.
–¿Quien era el hombre reconocidamente más culto de aquellos años?
–San Isidoro, (respondí sin dudarlo un instante)
–¿Y cómo creía San Isidoro que era la tierra?
Y aquí me callé, pues no hacía ni dos días que, buscando en la red una buena reproducción del mapamundi de Juan de la Cosa, me había encontrado con el mapa del mundo que San Isidoro ofrecía y que no era otro que este: Seguir leyendo «La lápida de Comenciolo, San Isidoro y los cartujos»