Todos creemos tener una opinión valiosa sobre cualquier asunto y nos sentimos empujados a opinar sobre cualquier tema para regocijo de los propietarios de las redes sociales.
Pero hay temas, como «el tema» de los últimos días, en los que hay pocas conclusiones claras si es que hay alguna, e incluso menos personas con los conocimientos necesarios del caso como para proporcionarlas. En esos casos callar es una opción legítima y yo diría que, más que legítima, es conveniente.
¿Quién sabe lo que pasó?
Primero llegó la noticia de un hecho del que ninguno de nosotros fue testigo directo sino mediato y vino la primera oleada de tuits, chistes, memes y fakes; luego las reacciones de quienes presenciaron el hecho en directo en la sala, y vino una nueva catarata de reacciones en redes, màs adelante vinieron las columnas de opinión de distinto sesgo y la subsiguiente oleada de reacciones.
El ruido mediático está siendo enorme y les aseguro que ni los canales de TV ni las plataformas de streaming tratan de dar una información que se limite a investigar o narrar la verdad de lo sucedido pues, estos medios, no son empresas que busquen la verdad, sino la audiencia. Les aseguro que sus accionistas no se sentirán orgullosos si su empresa alcanza la verdad pero celebrarán indisimuladamente haber conseguido la mayor audiencia.
Hay opiniones que aportan datos y conocimientos y hay otras que sólo son eso, opiniones, chistes o memes. Estas últimas están bien y hasta son divertidas en redes como Facebook o Twitter (todos tenemos derecho a divertirnos) pero son problemáticas en otras redes, sobre todo las que pretenden ser fuentes de noticias.
En los manuales de educación de los hijos e hijas en el antiguo Egipto faraónico se hacía especial hincapié en el silencio y la escucha. Si algo caracterizaba al egipcio del año 2000 AEC era ser un sujeto silencioso y escuchador. Las llamadas «Instrucciones de Ptahhotep» enseñaban a los egipcios a escuchar mucho y hablar poco: «escucha hasta a los tontos, porque solo el que escucha aprende». Sospecho que nuestras plataformas de noticias y sus mesas de redacción no han leído a Ptahhotep y por eso siguen produciendo ruido sedicentemente informativo en el que no se contiene más información que una parte sesgada de la ya dada y que no tiene más intención que la de hacer caja.
Por otro lado está la gente común que si, como Ptahhotep, quiere escuchar diligentemente a todos no dudo que a estas alturas estará aturdida por el ruido porque las opiniones sin sustancia han acallado a nadie que tenga un dato serio que aportar.
No es necesario opinar sobre todo lo que suceda, sobre todo si eres una pretendida plataforma de noticias, pues para eso ya estamos nosotros los consumidores a quienes las redes sociales se encargan de podar sus opiniones de oyentes o lectores.
Por mi parte creo que hay casos donde el silencio es la mejor opción para no contribuir al ruido y dejar que a quienes, como Ptahhotep, escuchan a todos, les lleguen las opiniones relevantes y no solo el ruido.
Y yo, por mi parte, en este caso he decidido no seguir las enseñanzas de Ptahhotep: por lo que respecta a este asunto decidí mantener silencio y además no leer ni escuchar nada sobre un tema en el fondo irrelevante.
Y aún y así me ha llegado el ruido. Eso sí es interesante.