El cocktail «valgas» y el «Café des Tignalpes»

El cocktail «valgas» y el «Café des Tignalpes»

Es fama que en los bajos del Hotel Negresco, en plena «Promenade des Anglais» de Niza, abrió en 1928 sus puertas el famoso «Café des Tignalpes» regentado por el reputado mixólogo y barman ruso Yuri Ibrahimovich Valgashvili. Yuri había tenido que huir de Rusia a causa de la revolución soviética y ahora se enfrentaba al reto de sacar adelante su local enmedio del ambiente de lujo y opulencia que caracterizaba a la Riviera francesa en esos años.

Pero Yuri tuvo suerte, en 1909 había conocido en su local, tras una actuación, a la estrella erótica y musical del momento: la cupletista española Consuelo Vello «La Fornarina» con la que él —y media casa de los Romanoff— vivió un tórrido romance.

Cierta noche en que estaba extenuada y acalorada de tanto bailar «La Machicha», el éxito de moda, la Fornarina solicitó en el local de Yuri que le sirviesen un combinado de vino tinto fresco y agua de Seltz levemente azucarada, un combinado que, según explicó, era usado en España para combatir el calor y la fatiga. Yuri I. Valgashvili lo probó pero, en el gélido ambiente de San Petersburgo, no le pareció que el combinado pudiese tener futuro.

Sin embargo ahora, en el caluroso verano de Niza, Yuri Ibrahimovich vio llegado su momento y, como reclamo publicitario, anunció en su bar de la Promenade su nuevo combinado «La Fornarina». El éxito del combinado fue inmediato aunque la gente, pronto, comenzó a llamar a la bebida de moda «Valgas» (por Valgashvili) llegando popularizarse tanto que incluso se convirtió en bebida de consumo ordinario en el monegasco «Rampoldi».

Luego llegó la segunda guerra mundial y Yuri Ibrahimovich Valgashvili, de origen judío como era, hubo de huir de la Francia ocupada y marchar a Palestina, no llegando a alcanzar su destino y muriendo, detenido por los británicos, en el campo de concentración de Larnaka, en Chipre.

Todavía hoy, en lugares selectos, gentes de estilo y con mundo, aciertan a pedir un «Valgas», pero no es el caso del lugar donde hoy estoy comiendo yo, una casa de comidas inmune a cualquier clase de moda, ya sea coquinaria o mixológica.

Anexo documental

Como complemento al texto anterior ofrecemos una serie de fotografías que ilustran algunos lugares y personas mencionados en el mismo.

Entrada del restaurante Le Chantecler, ubicado en los mismos locales que una vez ocupó el Café des Tignalpes. Tras la huida de Yuri Ibrahimovich Valgashvili de Francia y acabada la segunda guerra mundial, en 1946 ocupó los locales el Restaurante que ven en la imagen.
Interior del restaurante Le Chantecler, del mobiliario del Café des Tignalpes sólo queda ya el busto que se ve en primer plano.
Antigua fachada del Restaurante Rampoldi en Montecarlo, Rue des Speluges 3.
Interior del restaurante Rampoldi, en las mesas de Rampoldi aun puede observarse como la cristalería incorpora copas de vidrio rojo que se pusieron de moda al tiempo que el cocktail «Valgas» entre la aristocracia monegasca.
Dolores Bello (AKA «La Fornarina») en el cénit de su fama. La fotografía superior circa 1909 fecha de su triunfal debut en San Petersburgo.

Il vero lambrusco spagnolo

Il vero lambrusco spagnolo

No entiendo cómo en España el Lambrusco no se vende más… O quizá sí. El vino con gaseosa es el cocktail más genuinamente español, un dogma que sólo el calimocho o cubalibre riojano se atreve a desafiar. Vino con gaseosa, «il vero lambrusco spagnolo» un placer solo apto para los paladares más exigentes.

Yo soy muy partidario del vino con gaseosa, mi patriotismo carthagonovico me permite gracias a él consumir gaseosa «Camping» y de este modo efectuar un gesto autodeterminativo que solo algún gallego —tierra de gaseosas vernáculas donde las haya— podría entender.

A este producto —que en nada envidia al vino lambrusco— yo le encuentro muchas ventajas respecto a él: el grado de concentración alcohólica, la dulzura y el color del producto son regulables a voluntad, todo ello sin contar que la gaseosa, debidamente agitada, puede servir para celebrar algún éxito con notoria superioridad al champagne con que se duchan los pilotos de fórmula 1 al ganar el Gran Premio de Montecarlo.

Para confeccionar este «cocktail di la spagna caniculatta» sólo es preciso un vino tinto «rosso» que, siendo amable, no se arrugue ante nada «brioso ma non troppo» y una gaseosa con abundacia de burbujas «acqua frizzante con bollicine potenti».

Olvídense del spritz aperol, del milano-torino o de cualquiera de esas mezclas propias del «dolce stil nuovo». Este cocktail proletario con aroma a currela sin dar de alta sustituye con ventaja a culquier relamido mejunje italiano.

Y recuerden lo que escribió Dante: «la felicità è frizzante».