El objetivo correcto

El objetivo correcto

Veo cómo jueces, funcionarios, procuradores, abogados y, en general, todos esos colectivos que ahora llamamos «operadores jurídicos», debaten los términos y condiciones en que la administración de justicia volverá al trabajo estos días y no dejo de sorprenderme.

Defender los intereses propios de cada grupo es una tarea absolutamente legítima pero, permítaseme decirlo, si tal defensa no contribuye a la defensa del interés de todos, al interés colectivo, la indiscutible legitimidad de las protestas se convierte simplemente en una variante más del viejo argumento «pro domo sua».

Digo que me sorprendo porque la administración de justicia en España no tiene más que una finalidad conocida: servir al administrado; y, en todo el ruido argumental que escucho estos días, nadie, del ministro abajo, parece estar pensando en lo que debiera ser nuestra principal preocupación: los administrados, nuestros compatriotas.

Es verdad que, para la administración de justicia, el administrado suele ser esa persona que es conducida esposada hasta las dependencias judiciales. Es verdad también que el auténtico mostrador de atención al público de la administración de justicia española son los despachos de los abogados. Quizá todas estas circunstancias han hecho que hayamos construido una administración de justicia de espaldas a los administrados (desde el diseño de los palacios de justicia a las comunicaciones judiciales todo parece diseñado olvidando a los administrados) y es probable que, a base de olvidar a los administrados, nuestra administración de justicia olvide a menudo que esos administrados son su única razón de ser.

Digo esto porque, a día de hoy, tanto los llamados «operadores jurídicos» como la prensa nacional e internacional han señalado de forma unánime el terrible caos al que se enfrentará la administración de justicia española tras la crisis sanitaria del Covid-19: el tsunami de casos judiciales que en breve la arrollarán si no se toman las medidas precisas; y me sorprende que, estando todos de acuerdo en tal previsión, el debate sobre cómo afrontaremos ese tsunami es lo que parece preocupar menos en este momento a los operadores jurídicos y es lo que, sorprendido, más echo en falta en todo este tremendo ruido que hay montado.

Cuando se prevé que los casos mercantiles aumenten en más de un 300%, cuando se prevé que los casos laborales aumenten en un 200%, cuando es obvio que el ministerio ha decidido abandonar a empresas y trabajadores a su suerte (no ha hecho nada para afrontar la avalancha de casos en estos tres meses) y cuando es evidente para todos que el colapso está garantizado, a los operadores jurídicos parece no preocuparnos la certeza de que los españoles padeceremos una catástrofe jurídica sin parangón.

Y me sorprendo.

Me sorprendo porque, como creo que ya conté, si no hacemos frente a ese tsunami nos iremos todos al carajo y tendremos que asumir que buena parte de la culpa habrá sido nuestra.

Para hacer frente a ese 300% más de casos mercantiles o a ese 200% más de casos laborales necesitaríamos una inversión inmediata de un 300% y un 200% en esos sectores y, sin embargo, no sólo no habrá un céntimo de inversión sino que, incluso cuando se pide ayuda a Europa, para justicia sólo se piden 40 millones de euros que, para que ustedes se hagan una idea, es más o menos lo que el gobierno se gasta en turno de oficio en zona ministerio; es decir: una mierda.

Que la justicia le importa un bledo a nuestros gobiernos es tan obvio que hasta cuando tienen que pedir piden poco. El primer objetivo de la Constitución Española, la justicia, convertido en basura por todos los gobiernos que hemos tenido en los últimos lustros.

A ver si lo entendemos: defender los intereses de los administrados es defender la justicia. Pelear porque los administrados puedan resolver sus conflictos con rapidez y corrección ante los juzgados y tribunales es defender la justicia, pues los intereses de los administrados y los de la administración de justicia son unos y coincidentes. Si es usted juez, abogado, funcionario u «operador jurídico» de cualquier clase entienda que defender los intereses de los administrados es defender sus propios intereses y que, en su argumentario, esa defensa debiera ser su principal única e irrenunciable reivindicación.

Sin embargo el ministro y algunos sectores oscuros de entre esos «operadores jurídicos» con sus actos demuestran que no piensan así. Con sus actos nos dicen que no habrá inversiones en justicia (posturas «incrementalistas» las llama el inefable ministro), con sus actos nos dicen que van a aprovecharse de la tragedia para llevar a cabo reformas en su exclusivo beneficio, reformas que ahora, bajo la coartada de la crisis, creen que pueden cohonestar. Hace unos días, el Consejo de Venecia, advirtió a los gobiernos de que no aprovechasen la crisis para introducir reformas definitivas; ya verán ustedes como eso el ministro de justicia se lo pasa por el forro. Él ya lo ha manifestado, quiere aprovechar la crisis para reformar la justicia.

La reforma que el ministro prevé es la misma infamia que ya se ha logrado parar en ocasiones anteriores (provincialización y alejamiento de sedes judiciales) y que han logrado imponernos infamemente en otras (juzgados hipotecarios para mejor colapsar la justicia).

Y entre el enfado general de unos, las infamias premeditadas de otros y la conciencia generalizada de que muy poco puede esperarse de nuestra administración de justicia, olvidamos a los administrados, a los que serán víctimas inocentes de un tsunami por todos previsto y, al parecer, por todos olvidado.

Creo que todos cuantos trabajamos en el mundo de la justicia tenemos una magnífica causa por la que pelear, una causa cuya defensa implica la defensa de nuestra propia causa, una causa, en fin, que es la razón de ser de todos nosotros y de todo este entramado al que llamamos administración de justicia.

Esa causa son los administrados, los españoles y españolas, los únicos objetivos posibles a defender en una protesta legítima. Es sorprendente que, tan a menudo, los olvidemos.

Lo que la sanidad enseñó a la justicia y la justicia no quiso aprender

Lo que la sanidad enseñó a la justicia y la justicia no quiso aprender

En marzo de 2020 la sanidad española se enfrentó a un problema como nunca antes se había enfrentado: una epidemia amenazaba con provocar más enfermos graves de los que sus unidades de cuidados intensivos podían tratar.

La amenaza se vivió como un drama, si tal hecho se producía muchas personas podrían perder su vida de forma que, para que eso no sucediera, se tomaron medidas radicales.

La primera de ellas fue pedir a la gente que se quedase en casa, si no se producían más contagios quizá pudiese tratarse a los ya contagiados y, según se fuesen curando, se irían quedando camas libres.

La segunda fue destinar al tratamiento de esta enfermedad a todo el personal sanitario, incluso a los no especialistas. Los anestesistas ayudaron a los anestesistas de pulmón y los médicos generalistas a los especialistas… Todas las manos se pusieron a la tarea.

En tercer lugar se improvisaron nuevas UCI’s que supliesen la falta de camas de las de los hospitales: se construyeron de la noche s la mañana UCI’s en ferias de muestras y morgues en palacios de justicia, si no había sitio en las UCI’s de un lugar se derivaban los pacientes a las UCI’s de otras ciudades pero se asumía que nadie quedaría abandonado a su suerte…

La población se confinó, los profesionales de la sanidad lo dieron todo, el estado construyó UCI’s y buscó respiradores y menos de 60 días después comenzó a verse la luz al final del túnel. La sanidad había dado una lección enorne de cómo se afronta una crisis. Pero…

Desde el mismo momento en que se declaró la emergencia sanitaria se supo que, unas semanas después, llegaría una emergencia jurídica y a la administración de justicia le pasaría exactamente igual que a la sanitaria.

Ya en abril de 2020 la justicia española se enfrentó a un problema como nunca antes se había enfrentado: las consecuencias económicas de la epidemia amenazaban con provocar más asuntos graves de los que sus juzgados podían cuidar.

La amenaza, en cambio, NO se vivió como un drama aunque todos sabían que, si tal hecho se producía, muchas personas podrían perder sus medios de vida y es triste que, para que eso no sucediera, no se tomasen medidas radicales.

En lugar de destinar a la lucha contra esta crisis a todo el personal disponible, incluso a los no especialistas, el CGPJ insistió estúpidamente en los principios de especialización y concentración condenando a la saturación a los juzgados. Los enfrentamientos y debates entre funcionarios, jueces, LAJ’s y profesionales se vieron acrecentados por las medidas sin sentido del gobierno y, en lugar de contar con el esfuerzo de todos, ya para mayo era evidente que todos estaban enfrentados al inexistente plan del gobierno.

Porque el gobierno, a pesar de r consciente de que sus UCI’s (juzgados) no podrían absorber todos los casos que se les venían encima, no solo no construyó nuevas UCI’s de emergencia sino que, a esta falta de IFEMA’s sanitarias, se unió la ridícula oposición a derivar enfermos de unos hospitales llenos a otros menos saturados, de forma que, los juzgados de lo social y lo mercantil, se vieron obligados a hacer frente ellos solos y sin ayuda ni medios a la crisis. El colapso quedó desde ese momento garantizado.

Y ahora, usted que lee esto, dígame: ¿por qué los profesionales de la sanidad se muestran capaces de enfrentar una crisis de forma organizada y los de la justicia solo sirven para pelear entre ellos y adoptar tan solo ridículas medidas que no contribuyen a nada salvo a enfrentar unos colectivos con otros?

La justicia española está escribiendo en estos momentos uno de los capítulos más negros de su historia, fallándole a la población cuando más falta le hacía a esta y convirtiéndose, así, en una de las principales responsables del drama económico que muchas familias españolas van a vivir.

Esto, ya lo dije hace semanas, es ya un desastre y pronto lo será pavoroso; y lo peor es que, mientras el barco se hunde, los oficiales bailan en cubierta en traje de gala, discuten sobre los próximos ascensos o redactan nuevas leyes como si, para cuando estas se aprueben, todo fuese a seguir igual.

Insensatos.

¿Ha tenido que llegar la crisis para que aprendamos que LexNet y Minerva son patatas?

Aún lo recuerdo, el Consejo General de la Abogacía Española hacía palmas con las orejas ante los planes de Catalá de implantación de LexNet. Papel cero decían. Y recuerdo a todas las comunidades autónomas gastándose los pelos en sustanciosos contratos y desarrollos de software para construir el caos cibernético del que ahora disfrutamos.

Nunca un país invirtió tanto dinero en conseguir descabalar tan a fondo su sistema judicial.

Y aquí estamos, padeciendo ese LexNet y ese Minerva que, como el lenguaje lo aguanta todo, nuestros ministros de justicia y sus indispensable séquito de consejeros turiferarios, calificaron de grandísimos avances en su momento.

Pues bien, desde nuestras redes denunciamos que uno y otro eran dos #patatas. Dos birrias cuyo peor defecto es que medio funcionaban y que, por eso, muchos ingenuos aguantarían usando esas dos birrias hasta que pasase algo.

Y ha pasado.

Les cuento: me escribe una abogada colombiana sorprendida porque en los juzgados españoles no se pueda teletrabajar o consultar desde casa los expedientes judiciales. Le explico la desastrosa situación informática en España y el batiburrillo caótico de sistemas Avantius, Vereda, Justizia.bat, ejusticia, Adriano… y así hasta llegar a los ínclitos LexNet y Minerva.

Le digo que no, que con LexNet y Minerva no se puede teletrabajar, que LexNet es sólo un sistema de notificación y Minerva no permite la consulta de expedientes.

Ella, sorprendida, me manda unas cuántas capturas de pantallas de cómo está teletrabajando ella y me quedo pensando en lo mismo que, sin duda, tú pensarás si has llegado leyendo hasta aquí.

Y ahora vete a buscar a Caamaño, a Gallardón, a Catalá y a toda la caterva de indigentes informáticos que se gastaron millones de euros en colocar a la administración de justicia estas patatas.

Ahora es cuando deberíamos ajustar las cuentas con quienes gastaron los dineros de todos y planificaron. Y se las deberíamos ajustar muy, muy, estrechas. Pero no lo haremos, porque no tenemos memoria, porque somos pánfilos, porque perdonamos la mentira y la estafa si se hacen a lo grande.

Porque, al final, a quienes peleamos contra estas basuras no nos queda más pataleo que el de las madres cuando, enfadas, dicen a sus hijos: «Te lo advertí».

Me llevan los diablos.

Cosas con las que espero que acabe esta pandemia. (I) Los farsantes.

Cosas con las que espero que acabe esta pandemia. (I) Los farsantes.

Hay cosas con las que —espero— acabará esta pandemia y creo que, una de las primeras con las que acabará, será con esa indestructible fe en los impostores y farsantes que hemos forjado en estos últimos años. Si quedan unos átomos de racionalidad en el género humano —y no les quepa duda de que quedan muchos átomos de esos— tras esta crisis confío en que la era de los farsantes habrá dejado paso a una época donde volvamos a depositar nuestra confianza en los científicos.

Los virus tienen de malo que no se les vence doblegando su voluntad, engañándolos, amedrentándolos o demostrando tener más pelotas que ellos. Un virus no es enemigo apto para chulos de barrio y matones de taberna. Si te ríes del virus o lo desprecias, como hicieron Trump o Bolsonaro, las cifras de muertos pronto te pondrán en tu sitio.

Para combatir el virus no sirven los «cojones» (si se pensara con los cojones en España tendríamos muchos premios Nóbel), para combatir el virus hacen falta ciencia y científicos.

Durante unos 18 meses vamos a vivir ajustando nuestra conducta en buena parte las instrucciones de los científicos y esperando de ellos el medicamento o la vacuna que nos permitan volver a una normalidad que nunca recuperaremos por completo. El tiempo de los farsantes y los fantoches toca a su fin, hay que dejar trabajar a los que saben.

En estos tiempos veo cómo muchos políticos quieren componer y componen posturitas de estadista épico frente al virus, sin saber que el tiempo de farsantes y toreros de salón está ya concluido. Si sucede como preveo y nuestra confianza salta de los vendehumos a los científicos y a quienes saben de verdad, algo habremos avanzado.

De todas formas no me hagan mucho caso, la capacidad de sorpresa y de adaptación de estos magos del postureo es impredecible.

El hambre, el virus y la abogacía

El hambre, el virus y la abogacía

Hablo con compañeros y compañeras de Colombia, Argentina, Ecuador… Y el feo rostro de la crisis exhibe su peor expresión: la actividad trae la enfermedad, la inactividad el hambre.

Mientras los autónomos pugnan por trabajar los asalariados, por ahora, se oponen. Mientras los jóvenes prefieren arriesgar los más mayores son cautos y así avanza la pandemia y el virus de la desunión en la república de los abogados y las abogadas.

No es muy distinta la situación en España: la oposición a volver al trabajo se presenta más entre asalariados y funcionarios que entre autónomos y profesionales liberales que ven cómo la inactividad les deja sin recursos para ellos y sus hijos.

Este debate aflorará con fuerza en los próximos días y puede tornarse crispado si algún partido político ve en él la posibilidad de pescar algunos votos.

El debate es falso: hay que volver al trabajo —no queda otra— pero hay que volver con la seguridad de que no pondremos en riesgo nuestra salud ni la de nuestros familiares. Es seguro que cumplir ambos requisitos va a exigir un esfuerzo arduo y penoso pero no se hicieron las crisis para los pobres de espíritu, toca trabajar duro, con seguridad y con alegría.

La república de los abogados y abogadas se va a ver durísimamente golpeada pero, créanme, a pesar de los esfuerzos del gobierno y el CGPJ para destruir la vida y el futuro de los abogados independientes (sin ayudas financieras, exponiéndoles a riesgos sanitarios sin más protección que la que ellos se busquen, buscando modificar la ley por decreto en beneficio de los bufetes grandes…), a pesar de esos esfuerzos, digo, la República Independiente de los Abogados y las Abogadas va a emerger de esta crisis más poderosa que nunca. Costará dolorosísimas pérdidas pero, si tomamos conciencia de lo que somos y lo que podemos llegar a ser, no debemos temer al futuro.

Mañana les sigo hablando de esto, he de guardar alguna buena noticia para cuando acabe el consejo de ministros.

Un año de excepcionalidad por delante

Un año de excepcionalidad por delante

El primer gran cribado de datos revela que la tasa de mortalidad del coronavirus se situaría en un 0,37%lo que, trasladado a España y teniendo en cuenta las más de 18.000 muertes sufridas entre sus 46,5 millones de habitantes nos indicaría que aún nos queda un largo camino hasta alcanzar la inmunidad grupal.

No podemos, pues, pensar que antes de un año (como poco) habremos acabado con la excepcional situación en que nos ha colocado la crisis del coronavirus lo que nos debe obligar a todos a prepararnos para un largo período de excepcionalidad y a exigir a nuestras autoridades que dejen de dulcificar el mensaje y se preparen también ellos para un año de resistencia.

Esto es particularmente claro en el ámbito de la administración de justicia donde todos los planes presentados hasta ahora se revelan como irreales. Hay que actuar y hay que actuar ya, con los datos en la mano, con realismo y con decisión.

Un plan de choque ajustado a los riegos que para la administración de justicia presenta la pandemia es obligado.

El funcionamiento de la justicia durante la crisis del Covid-19. (1)

Mucho se está discutiendo en las redes sobre las medidas que se debieran adoptar en materia de dministración justicia durante a crisis del coronavirus.

Lo primero que entiendo debe quedar claro es que, para tomar decisiones correctas en este sentido, antes que nada debemos definir con realismo en qué escenario nos vamos a mover en los próximos meses.

Lamentablemente el escenario que nos espera no es sencillo y la emergencia del coronavirus dejará sentir sus efectos bastantes meses.

A definir el escenario de los próximos meses se dedica este post, el siguiente a efectuar las propuestas concretas.

Escenario durante la lucha contra la pandemia. (EDP)

Mientras dure la pandemia se mantendrán por los gobiernos medidas de alejamiento social cuya intensidad oscilará desde el confinamiento total a la situación de cuasi-normalidad pero siempre con restricciones y normas de alejamiento social.

Mientras dure ese alejamiento social, junto con otras medidas que pueda adoptar el gobierno, será siempre conveniente observar alguna, algunas o todas las siguientes medidas:

  • Evitar a toda costa las aglomeraciones.
  • Evitar en la medida posible el contacto.
  • Evitar desplazamientos.
  • Mantener distancias de seguridad.

El ciclo previsible que seguirá la intensidad de las medidas lo determinará el nivel de ocupación de las UCI’s de forma que, cuando vaya disminuyendo el nivel de ocupación de las UCI’s, las medidas de alejamiento social se relajarán y estas se endurecerán cuando el índice de ocupación aumente.1

La razón de estos ciclos es impedir que nunca colapse el sistema sanitario.

Tan destructivo es no tomar medidas de alejamiento social como prolongar estas con las UCI’s vacías, por tanto no conviene crear alarmas injustificadas. De hecho, prolongar las restricciones más allá del plazo que determine el índice de ocupación de las UCI’s sería contraproducente 2.

Los ciclos tendrán una duración aproximada de tres meses y se repetiran en el tiempo hasta que se consiga la vacuna o la inmunidad grupal, previsiblemente unos 18 meses3. Estos ciclos se compondrán de dos meses de unas medidas de alejamiento social más intensas y un mes (de cada tres) de relajamiento de las mismas.

Duración de este escenario

Conforme a las previsiones de las más prestigiosas instituciones científicas internacionales esta situación acabará cuando se produzca una de estas dos circunstancias:

  1. Cuando se descubra la vacuna o medicamento que elimine el peligro de este coronavirus para la vida de las personas.
  2. Cuando se alcance la inmunidad grupa.

Ambas instituciones coinciden en señalar que esto no es previsible que se produzca hasta, como poco, diez y ocho (18) meses, aunque hay datos para la esperanza.

Las medidas de alejamiento global y la administración de justicia.

Por lo que respecta al funcionamiento de la administración de justicia habrá que adecuar el mismo a la intensidad de las medidas de alejamiento social que en cada molento vayan acordando las autoridades, realidad esta que se impondrá incluso en el caso de que las autoridades judiciales (CGPJ, Ministerio) acuerden planes disparatados del tipo al que nos tienen acostumbrados.

Por tanto, siendo esto así, la abogacía, en especial los abogados de la #RED debemos perseguir con nuestras reivindicaciones que las actuaciones judiciales se adapten a las exigencias sanitarias de cada momento con el primer y excluyente principio de protección de la salud y la vida humana.

En tal sentido y sin ánimo de ser excluyentes:

Medidas para evitar las aglomeraciones.

Evitar aglomeraciones.

Los LAJ’s de cada edificio judicial tendrán que coordinar los señalamientos que fuese posible realizar en cada momento de forma que la utilización de las sedes permita mantener las distancias y medidas de seguridad exigidas por las normas de alejamiento social existentes en cada momento. Se debe suspender, obviamente, toda actividad en caso de no poder garantizar su cumplimiento.

Evitar el contacto.

Lo absolutamente deseable y lo que el gobierno debe ordenar es que sólo se celebraren de manera presencial aquellas actuaciones judiciales que sean absolutamente imprescindibles.

El resto de actuaciones deberían realizarse de forma telemática mediante sistemas y aplicaciones de multiconferencia en la forma que el imprescindible decreto de medidas urgentes establezca.4

Evitar desplazamientos

La crisis del coronavirus Covid-19 debe servir para realizar el esfuerzo largo tiempo demorado de acercar la justicia al administrado. A tal fin en un futuro deseable:

  • Se derogarán cuantas disposiciones atribuyan competencias especializadas a determinados juzgados en materia de cláusulas hipotecarias devolviendo la competencia a los Juzgados de 1ª Instancia de donde nunca debió salir.
  • Se devolverá la competencia para conocer de los concursos de acreedores a los juzgados de 1ª Instancia correspondientes por razón del territorio.

Es más que probable que la cerrazón y contumacia demostrada por CGPJ y Ministerio vuelvan nuevamente a amenazar la administración de justicia. En tal sentido todos los operadores jurídicos y los abogados y procuradores de #RED en primer lugar debemos ser implacables con ellos.


(En el próximo post trataré de las medidas que los abogados y abogadas de la #RED podemos adoptar con independencia de las insensateces que puedan aprobar el CGPJ y el Ministerio de Justicia.)



  1. Estos períodos y ciclos han sido estudiados por el MIT (Massachussets Institute of Technology) y el Imperial College de Londres. Un resumen en español de sus investigaciones pueden encontrarlo en este artículo de la revista electrónica MIT en español.
  2. Ibidem.
  3. En el caso de este virus la comunidad científica ha reaccionado con gran rapidez y ya hay vacunas en fase de prueba en humanos. Véase este artículo también de MIT en español
  4. Candidata ideal a su celebración de forma telemática es la audiencia previa de los juicios en materia de cláusulas abusivas.

¿Para qué hemos de estar preparados los abogados independientes?

¿Para qué hemos de estar preparados los abogados independientes?

Mi amigo Joludi me llama la atención sobre un artículo del MIT (Massachussets Institute of Technology) que trata de predecir cómo será nuestra vida desde ahora hasta que dispongamos de una vacuna contra el coronavirus Covid-19, algo que, según la mayoría de los expertos no ocurrirá hasta bien entrado el año 2021, como poco. Un año entero durará esta emergencia; así pues, mentalícese y váyase preparando.

Mientras leo el artículo tomo notas y trato de aplicar lo que leo a mi propia situación personal, reflexiones que comparto por si a alguien le resultasen de algún valor.

Estrategia de lucha previsible contra la pandemia

Para evitar que los sistemas sanitarios colapsen —dice el artículo— la  pandemia debe avanzar a un ritmo lento hasta  que  suficientes  personas  se  hayan  contagiado para así lograr o bien la  llamada «inmunidad  de  grupo» (suponiendo  que  la  inmunidad dure  años, algo que, desde luego, aún no sabemos) o bien hasta  que  se  descubra  una  vacuna, algo  que no sucederá, como pronto y si es que llega, hasta  2021.

¿Y qué sucederá entretanto?

Hasta tanto, mientras haya una sola persona en el mundo con el virus, los brotes se seguirán produciendo si no ponemos los controles precisos y eso significa medidas de alejamiento social. Pero ¿cuál es la estrategia adecuada de «alejamiento social»? Cito textualmente el artículo de que trae causa este post:

En un reciente informe, los investigadores del Imperial College de Londres (Reino Unido) propusieron una forma de actuación: imponer medidas de alejamiento social más extremas cada vez que los ingresos en las unidades de cuidados intensivos (UCI) empiezan a aumentar, y suavizarlas al reducirse la cantidad de las personas ingresadas.

El gráfico con el que lo explican es el siguiente:

La línea naranja representa a los ingresados en UCI. Cada vez que se eleva por encima de un umbral, por ejemplo, 100 a la semana, el país cerraría todas las escuelas y la mayoría de las universidades e impondría el confinamiento social. Cuando los ingresos vuelven a caer por debajo de 50, esas medidas se levantarían, pero las personas con síntomas o cuyos familiares tuvieran síntomas deberían seguir en sus hogares.

¿Qué se considera como «alejamiento social»? Los investigadores lo definen así: «Reducir el contacto fuera del hogar, en la escuela o en el lugar de trabajo en un 75 %». Eso no significa que haya que salir con los amigos una vez a la semana en lugar de cuatro veces, sino que todos harían lo máximo posible para minimizar el contacto social, lo que, en general, reduciría el número de contactos en un 75 %.

Según este modelo, los investigadores concluyen que el alejamiento social y el cierre de escuelas deberían producirse aproximadamente dos tercios del tiempo, es decir, dos meses sí y uno no, hasta que haya una vacuna disponible, algo que no se espera, como mínimo hasta dentro de 18 meses.

El panorama es, pues, desalentador.

Y ¿no es posible estar más tiempo confinados y evitar así este ciclo de confinamientos hasta alcanzar la vacuna o la inmunidad grupal?

Al parecer no sería eficaz.

Según el modelo de estos investigadores, esa estrategia no lograría resolver el problema. Sin el alejamiento social de toda la población, el modelo predice que, incluso la mejor estrategia de mitigación, que significa aislamiento o cuarentena de los enfermos, de los ancianos y de los que han estado expuestos, además del cierre de escuelas, aún provocaría un aumento de las personas gravemente enfermas ocho veces mayor de lo que podría soportar el sistema de EE. UU. o de Reino Unido. (Esa es la curva azul más baja en el gráfico a continuación; la línea roja plana es el número actual de camas en UCI.) Incluso si las fábricas empezaran a producir más camas y respiradores y todas las demás instalaciones y suministros, aún harían falta muchos más médicos y enfermeras para atenderlos a todos y ofrecen este gráfico para visualizar las previsiones de su modelo:

¿Y si solo se imponen restricciones durante unos cinco meses? (copio del artículo que cito)

Tampoco serviría: cuando se levantan las medidas, la pandemia vuelve a estallar, solo que esta vez sería en invierno, el peor momento para los sobrecargados sistemas sanitarios.

Esta sería la gráfica.

Esto no es una alteración temporal. Se trata, como dice el artículo, del inicio de una forma de vida completamente diferente y es en esa forma de vida «completamente diferente» que, como poco durará un año, donde trato de pensar qué deberemos hacer los abogados independientes si queremos sobrevivir.

Una forma de vida diferente

Esta nueva forma de vida lleva aparejadas consecuencias muy importantes para los diversos sectores económicos. Veámoslo.

Menos es más. Lo pequeño es más resistente que lo grande.

A muy corto plazo este nuevo estilo de vida será muy perjudicial para los negocios que dependen de reunir a grandes cantidades de personas: restaurantes, cafeterías, bares, discotecas, gimnasios, hoteles, teatros, cines, galerías de arte, centros comerciales, ferias de artesanía, museos, músicos y otros artistas, centros deportivos (y equipos deportivos), lugares de conferencias (y organizadores de las mismas), cruceros, aerolíneas, transporte público, escuelas privadas, guarderías.

Bien, menos es más, nosotros, abogados independientes, formamos, lo queramos o no, una red distribuida de servicios legales y eso es bueno. Nosotros no concentramos trabajadores en un sólo punto y, al igual que la pandemia es letal para los centros comerciales basados en importantes aglomeraciones de gente, lo es también que las redes distribuidas la soportan mejor: buenas noticias pues para el pequeño comercio de proximidad, malas para los centros comerciales; buenas noticias para los despachos pequeños, malas para los grandes. Lo siento muchachos.

Los ricos lloran menos: hay que aguantar el primer golpe.

Esta crisis va a ser muy difícil de soportar para quienes hayan contraído importantes obligaciones financieras pues no podrán resistir la bajada de ingresos ni tampoco para quienes no tengan ahorros suficiente para lidiar con los cambios en sus ingresos. Ahí nos pillaron a los pequeños. Suponemos que los grandes tienen más caja pero no conocemos sus obligaciones de forma que ¿quién sabe?.

Padres con hijos, con personas en relación de dependencia, etc. sufrirán problemas añadidos pero no hay nada que un padre y una madre trabajando en equipo no superen. Todavía nadie ha inventado un equipo que juegue mejor que ese, de forma que, quizá ahora, alcancéis a entender mejor por qué os elegisteis para vivir juntos.

Todos los despachos los forman personas de forma que este último párrafo vale para todos.

Así pues, para poder continuar, vamos a necesitar aguantar el tirón inicial ¿podremos?. En situaciones de crisis las personas físicas ayudan más y mejor que las jurídicas, quiero decir, tu familia te ayudará más y mejor que un banco, recuerda que tienes pocas necesidades, un tanto más a favor de los pequeños.

Reducción de movilidad

La pandemia va a provocar importantes restricciones de movilidad en las personas por lo que cualquier red distribuida de servicios va a soportar mucho mejor el golpe que cualquier red centralizada. Los despachos pequeños cubren los 433 partidos judiciales de España, los grandes apenas 50 ó 60. Goleada de los pequeños.

Conclusiones provisionales

Afortunadamente nuestro negocio no es como los cines, o los espectáculos deportivos, somos una raza de personas solitarias o casi solitarias que no han caído en el error de la hiperespecialización; disponemos, pues, de habilidades en muchos campos lo que nos garantiza sobrevivir. Pero sobrevivir solo no significa que no sea necesaria una coordinación. Formamos, lo queramos o no, una red distribuida de servicios jurídicos y esa es nuestra fuerza. Si somos capaces de tomar conciencia de ello y demostramos que somos capaces de cooperar y de ayudarnos unos a otros a superar esta crisis veremos un renacer de una abogacía con la que, inanes y oscuros políticos y pseudopolíticos, han pretendido acabar.

Así pues me gustaría mandarte un mensaje de optimismo y decirte que no te preocupes demasiado si el presente es malo porque, lo seguro, es que el mañana es nuestro.

Hay muchas cosas por hacer: adelante.

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Y si tú, como yo, eres de los que creen que aún hay muchas cosas por hacer ven con nosotros, únete a la #RED

La abogacía olvidada

La abogacía olvidada

Esta noche del jueves 26 de marzo de 2020, a las 21:00 horas, puedes decir alto y claro que los profesionales del foro (abogados y abogadas, procuradores y procuradoras, graduados sociales) están siendo olvidados por las autoridades de forma absolutamente injusta.

A 20:45 se dará a conocer el hashtag, a 21:00 cargamos en Tuíter.

Si tienes cuenta en tuíter nos vemos esta noche a 21:00, si aún no la tienes ¿Por qué no la abres?

No podemos salir a la calle a manifestarnos pero sí podemos dejar oír nuestra voz en las redes.

Nos vemos esta noche, tenemos un trabajo que hacer juntos.

Si tú, como yo aún crees que es posible hacer algo, ven con nosotros, únete a la #RED

¿De qué viviremos los abogados?

No es agradable sentarse y pensar, pero hay que hacerlo.

La abogacía de a pie no suele vivir de las igualas, vive del pago de los asuntos que se le encargan y del cobro de las costas de los procedimientos que gana y, mientras dure el estado de alarma, no percibirá ni los unos ni las otras; es decir, no ingresará absolutamente nada en la mayoría de los casos.

Eso significa que, mientras dure el estado de alarma, una gran parte de los abogados y abogadas de a pie carecerán de ningún tipo de ingreso. ¿De qué vivirán?

Quienes tengan ahorros podrán echar mano de ellos pero, quienes vivan al día y maltratados por la crisis, se enfrentan a una dificilísima situación porque, no nos engañemos, el estado de alerta no va a durar dos semanas ni cuatro, si en China ya lleva ocho semanas no hay motivo para pensar que en España vaya a durar menos.

No, compañeras y compañeros, esto no va de broma, hacemos frente a una amenaza vital para quienes vivimos de esto profesionalmente y en exclusiva y, en esta situación, o se toman medidas ya o para luego será tarde.

Hay que entender que, cuando acabe el estado de alarma, muchos de nuestros clientes estarán en situación crítica también y nuestra recuperación y la suya correrán parejas; es decir, serán igual de lentas y complicadas.

Mientras acabo de redactar el post leo el borrador de medidas presentado por el gobierno para evitar que «nadie quede atrás» por culpa de esta crisis y pienso que los abogados y abogadas de España debemos ser «nadie» porque ninguna medida se prevé para amortiguar la crisis vital a la que vamos a hacer frente.

Las autoridades deben entender esto, deben entender que la abogacía, la procura, los graduados sociales, son colectivos afectados por esta medida en igual medida que los parados de los ERTES o incluso más aún porque sus gastos fijos se mantienen. O quienes nos representan alzan la voz clara y contundentemente o, como ya es habitual, tendremos que hacerlo nosotros por ellos.

La primavera y el verano que viene van a ser muy duros, por eso, aunque no podamos estar juntos será muy bueno que estemos unidos.

Vamos.

Únete a la #RED