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El blog de José Muelas

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Etiqueta: control social

El software social

El software social

Las élites siempre han marchado un escalón tecnológico por delante del resto de la sociedad. Cuando el ser humano inició su, aún no acabada, transición de cazador-recolector a sedentario merced a la revolución agrícola, una élite experta en señalar los ciclos de las estaciones (los sacerdotes sumerios por ejemplo) consolidó su conocimiento y su gestión de la riqueza a través de la escritura. Fueron los alfabetos los que crearon los primeros bancos de memoria artificial y, gracias a ellos, los sacerdotes de unos imperios sedicentemente divinos pudieron, no solo fijar la ortodoxia de sus relatos religiosos, sino controlar la administración y la burocracia. Frente a un pueblo mayoritariamente analfabeto la élite de aquellos imperios dominaba la última frontera en tecnología de la información de la época: la escritura. El sacerdote leía los textos sagrados (declarar “sagrado” un texto en aquella época sería como declarar “divino” un usb en esta) y el pueblo lo escuchaba, creyendo en la sacralidad de aquellos ininteligibles grupos de dibujos cuneiformes.

Cuentan que los tlaxcaltecas, en cierta ocasión que enviaron a los españoles a negociar o intimar a una tribu enemiga, les pidieron que llevasen “papeles”. Los tlaxcaltecas no conocían el contenido de aquellos papeles (cartas), lo que sí habían observado es que los españoles, cuando los recibían y los miraban, podían cambiar súbitamente de forma de actuar y que, cuando un español era enviado en misión sería a otro lugar, siempre llevaba alguno de aquellos papeles que previamente les había entregado su jefe. Para tlaxcaltecas y aztecas las cartas eran tan mágicas como para los españoles lo eran los «quipus» mayas, un sistema de escritura que los españoles ni llegaron a sospechar que lo fuese y, creyendo que eran objetos mágicos (igual que los aztecas consideraban mágicas las cartas de los españoles), los prohibieron y persiguieron a quien poseyese uno. Un «quipu» es el objeto que ven en la foto y es un instrumento de almacenamiento de información consistente en cuerdas de lana o de algodón de diversos colores, provistos de nudos.

La situación se prolongó siglos. La élite escribía y leía al pueblo, que obedecía, las órdenes emandas de aquellos registros. Aquella tecnología de la información dio lugar a la ley (la norma escrita) que objetivizó las normas separando de la memoria humana las reglas de funcionamiento de la sociedad. El software (el código, el adn) que regula el funcionamiento de las sociedades se escribió en lenguajes de programación llamados latín, griego, fenicio, castellano o inglés. Todavía hoy, uno de los programas de comportamiento social más exitoso, es uno de aquellos antiguos programas de software social escritos principalmente en arameo; se llama la Biblia y, escrito en torno al año 650 AEC, a día de hoy, gobierna en mayor o menor medida la conducta de una de cada tres personas en el mundo. Las otras dos personas obedecen a programas diferentes pero también codificados de la misma forma que la Biblia: el Corán, el Canon-Pali o el Bhagavad-Guita.

Nihil novum sub solem, a día de hoy aún somos, en cierto modo, súbditos de aquellos antiguos imperios; ni sus reyes ni sus sacerdotes nos gobiernan pero, los textos que ellos escribieron y los principios morales que en ellos se contienen, aún rigen las vidas de las personas.

Esta situación perduró siglos y sólo fue puesta en cuestión con la llegada de una nueva revolución tecnológica en el campo de la información: la imprenta.

Gracias a la imprenta la capacidad de replicar la información contenida en los libros aumentó exponencialmente. No sólo eso, la producción de libros dejó de ser una costosa tarea para pasar a ser un negocio; la producción de libros ya no se justificaba por la necesidad de transmitir las ideas precisas para el mantenimiento de un determinado status quo, ahora la producción de libros podía hacer ricos a los impresores.

Al ampliarse la producción de libros estos comenzaron a tratar temas distintos de los religiosos e incluso se atrevieron a imprimir libros prohibidos por la propia iglesia o por las monarquías. El índice eclesiástico de libros prohibidos pasó a ser probablemente el primer hit parade de la literatura pues los libros que aparecían en él pasaban a ser inmediatamente el oscuro objeto de deseo de muchos miles de lectores. La humanidad, con cada presión de los tórculos y prensas, allanaba el camino de la ilustración.

La humanidad comenzó a leer cuando las élites ya dominaban la nueva tecnología y este proceso se repitió con el cine, la radio y la televisión: la población consumía los productos que las élites les ofrecían, élites que a su vez controlaban los nuevos medios de comunicación.

Con la nueva revolución de los social media pareciera que la humanidad se ha llenado de «prosumers» (productores-consumidores) de contenidos y hoy todos somos capaces de producir videos, audios, textos… Y sin embargo las élites siguen estando un escalón por encima: ellos controlan las tecnologías y las plataformas que nos permiten hacer esto.

Hoy mi libertad de expresión no la controla un juez sino un algoritmo confeccionado al gusto de una empresa de Menlo Park (Facebook) o San Francisco (Twitter). Ese algoritmo, como los viejos textos sagrados, es el que decide lo que es moral y lo que no, lo que puede ser escrito y lo que no, la imagen obscena y la moralmente apropiada, y así controla nuestras vidas.

No le den vueltas, en materia de social media las élites siempre van un escalón por delante de las masas en materia de tecnología y, por eso, la justicia, la ciudadanía, los grupos humanos, hacen muy mal en inhibirse de los debates tecnológicos pues, esa actitud, conduce con frecuencia a situaciones que, como en el caso de los viejos textos, pueden perdurar mucho, a veces demasiado, tiempo.

No les canso más por esta noche, mi insomnio no es ninguna circunstancia eximente, pero sepan que, si queremos ser dueños de nuestras vidas y nuestro futuro, uno de nuestros principales esfuerzos debe orientarse en el sentido de salvar el eterno escalón tecnológico que separa a la élite de la masa o, al menos, regularlo y controlarlo en beneficio de todos y, para poder hacerlo con éxito, antes hay que entenderlo en profundidad.

Vivimos una era apasionante, no deje que se le vaya la vida como un simple consumidor y trate de entender en profundidad la apasionante revolución que vive.

Otro día hablaremos de la sustancia de esta revolución: la información.

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por José Muelasen Era de la Información18 18+02:00 noviembre 18+02:00 20191,162 Words2 comentarios

La dictadura de la tecnología

El control ejercido por determinadas élites en las sociedades humanas ha tenido un importante apoyo en las tecnologías de la comunicación. Como señaló Doug Ruskhoff los avances tecnológicos son en principio dominados por una élite que los usa para cimentar su posición de dominio; más adelante cuando las masas adquieren las
capacidades para usar de esos avances tecnológicos las élites ya han avanzado a un escalón nuevo de forma que, tal y como se ve en el esquema de la imagen, para cada nivel «n» de dominio de una tecnología por la población el nivel de sus controladores es siempre «n+1».

El proceso lo ejemplifica Ruskhoff comenzando desde las primeras civilizaciones. Cuando sacerdotes y reyes dominaban en las primeras civilizaciones tecnologías decisivas para su funcionamiento (saber cuándo hay que sembrar es decisivo y exige conocimientos astronómicos para distinguir las estaciones y el calendario) a la población no le quedaba sino escuchar a quienes les hablaban de los dioses del cielo. Cuando se redactaron los primeros textos los sacerdotes leían y el pueblo escuchaba. Cuando el pueblo comenzó a aprender a escribir la élite controlaba la producción de los libros de forma que sólo se leía
lo que los editores decidían y cuando el pueblo accedió a la posibilidad de publicar a nivel mundial gracias a la informática las élites de control ya iban un escalón por encima pues ellas eran las que programaban la plataforma. Hoy está usted leyendo esto que escribo en un blog pero mi autonomía para publicar es una falsa ilusión: una empresa llamada WordPress controla esta plataforma y si usted ha visto el enlace a este post en Facebook, por ejemplo, no necesito decirle que su ilusión de libertad es solo eso, una ilusión, usted publicará en Facebook sólo aquello que le permita el algoritmo de esa red social y sus post los leerán aquellos de sus followers que el mismo algoritmo decida1

Ahora la capacidad de programar alcanza a grandes capas de la población pero las élites vuelven a estar un escalón por delante: a través de las redes sociales han acumulado una ingente cantidad de datos que aspiran a aumentar a través del «IoT» y a tratar usando del Big Data y la inteligencia artificial. Las posibilidades de control social que les ofrecen estas tecnologías son de una magnitud nunca vista en la historia del ser humano.

¿Y qué hacen nuestros gobiernos?

Poco o nada, según ya anticipó Kranzberg es sus leyes de la tecnología2 aunque la tecnología es una cuestión primordial en muchos asuntos públicos, los factores no técnicos son los que primeros al tomar decisiones políticas en cuestiones tecnológicas.

He vivido esto en primera persona en alguna discusión tecnológica en corporaciones públicas donde consideraciones de conveniencia política han llevado a decisiones tecnológicas disparatadas cuando no devastadoras para el futuro de la profesión que ejerzo3.

Cuando en USA tan sólo era capaz de leer el 13% de la población los padres de la patria norteamericana decidieron formular la primera enmienda a su constitución y regular la libertad de prensa (una tecnología de la información nueva por entonces); nuestros políticos actuales, enfrentados a una revolución informacional sin parangón en la historia simplemente son incapaces de hacer nada: ellos ya no están en la élite de control, ellos ya están, como nosotros, en la ignorante masa de los controlados.

Ahora elige si esto te importa y quieres hacer algo o si prefieres dejarte controlar.


  1. Si usted cree que sus post llegan a todos sus seguidores se
    equivoca. En una página de facebook el alcance orgánico de una
    publicación es, como mucho, de un 6%. En la primera hora después de su
    publicación el algoritmo mostrará su post a un pequeño porcentaje de
    sus seguidores y, si en ese tiempo estos entran en conversación con
    usted o comentan la publicación, sólo entonces facebook se lo irá
    mostrando a más personas. ¿Por qué hace esto facebook? Pues,
    simplemente, por dinero. Facebook vende publicidad y si quiere usted
    llegar a un amplio número de seguidores deberá pagar servicios
    especiales. ↩︎
  2. Melvin Kranzberg fue profesor de historia de la tecnología y tuvo
    una curiosa vida (sobre todo sus actividades durante la Segunda Guerra
    Mundial) pero, si por algo es recordado, es por sus “seis leyes de la
    tecnología” que traduzco aquí, básicamente, para poder consultarlas yo
    mismo en el futuro. Suenan a broma algunas pero no crean, no crean… 1.
    La tecnología no es ni buena ni mala; ni neutral. 2. La invención es
    la madre de la necesidad. 3. La tecnología viene en paquetes, grandes
    y pequeños. 4. Aunque la tecnología puede ser una cuestión primordial
    en muchos asuntos públicos, los factores no técnicos son los que
    primeros al tomar decisiones políticas en cuestiones tecnológicas. 5.
    Toda la historia es relevante, pero la historia de la tecnología es la
    más relevante. 6. La Tecnología es una actividad muy humana y así es
    también la historia de la tecnología. ↩︎
  3. Permítanme que no se las detalle pues cuando las recuerdo pierdo
    toda fe en el género humano. ↩︎

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por José Muelasen Visiones15 15+02:00 junio 15+02:00 2019922 WordsDeja un comentario
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