Aún quedan jueces en Colombia

Aún quedan jueces en Colombia

Ada Laleman es magistrada y trabaja en un juzgado especializado en el retorno de tierras. La violencia, las incursiones de guerrilla, narcoguerrilla, militares, paramilitares… hicieron a los campesinos abandonar sus tierras que, ahora, están en manos de quienes las usurparon. La ley permite a los campesinos ahora retornar a sus tierras pero una cosa es la ley y otra su cumplimiento. Hace diez años al abogado que interponía una demanda de este tipo muy a menudo se le asesinaba (hasta 800 llegaron a morir), hoy, simplemente, las sentencias pueden no ejecutarse nunca.

Personas como Ada Laleman, por esta causa, deben vivir perennemente con escolta y con el temor de ser objeto de un ataque violento; pero cumple con su deber incluso con la frustración de saber que, en muchos casos, sus sentencias serán ignoradas y eso —que siempre queda gente que cumple con su deber— es lo que hace que aún haya esperanza para Colombia.

Ella no va a morir

Ella no va a morir

Hace diez años los abogados morían en Colombia a centenares, ya se lo conté hace dos post y les conté cómo ideamos un convenio a firmar en ambas Cartagenas. Una de las personas que vino a firmar a Cartagena fue Claudia Patricia, una abogada que es, al mismo tiempo, profesora en la universidad y que por entonces peleaba en esos lugares donde crecen las cruces de hierro.

Recuerdo con infinita ternura como un abogado de mi colegio, un tipo bueno y entrañable aunque él se empeña en parecer duro, experimentó algo más que una natural atracción por Claudia. Tanto nos escuchó hablar de muertos y muertes que, en un momento que Claudia había salido me preguntó con gesto angustiado

—A ella no la matarán ¿verdad Decano?

Yo no sabía bien lo que sería de Claudia pero puse todo el gesto de seguridad de que fui capaz y le respondí

—No seas bruto, ella no va a morir.

Y, bueno, creo que diez años después puedo asegurar que Claudia no ha muerto, que sigue viva, que está incluso más guapa, que está casada y que tiene un niño que es una preciosidad.

Así que —no diré tu nombre aunque tú sabes quién eres— puedes estar tranquilo: Claudia está bien y hoy, diez años después, podemos ver una puesta de sol mirando un horizonte detrás del cual, en el otro hemisferio, andas tú.

Hispano

Hispano

Conocí a Jorge Fandermole, el poeta y cantor argentino, escuchando cantar su «oración del remanso» a la tuna.

(Sí, ya sé lo que me van a decir… y yo les responderé lo que dijo hace cinco mil años el sabio egipcio Ptahotep a su hijo: «escucha incluso al necio, porque sólo aprende el que escucha»).

Y, hablando de escuchar, creo que tiene mucha razón Jorge Fandermole cuando nos dice que

«Forma de mis pensamientos,
sonar de una madre patria,
de la terrible conquista
ibérica y transatlántica
que me da el decir, me funda
con la primera palabra
hasta el adiós que suspire
cuando del mundo me vaya.

(…)

Y entienden mi canto en Lima,
en Santiago y en Caracas,
y todo el mundo lo entiende
desde México a Granada.
De Madrid a Buenos Aires
y de Rosario a La Habana,
si debo decir "te amo"
mi amor es en lengua hispana».

Y siento que tengo suerte de que, desde mucho más al norte del Río Grande hasta casi tocar la Cruz del Sur, pueda escuchar y entender a tantas gentes distintas, con tantos acentos distintos, de tantas razas distintas y con un idioma común para entender, vivir, amar y aprender.

«Cantando al sur del río Bravo
con entonación tan bella,
por la Cruz del Sur se ha dado
a volar hasta las estrellas,
y va dibujando el sueño
de Macondo a un Llano en llamas,
y habla el hidalgo manchego
con el Martín de la Pampa».

Y es por eso que —aunque aquí nos empeñemos en no saber cómo llamarle a esa forma de pensar, de amar y de entender la vida— a esto, por el mundo, le llaman español y es un vínculo que permite que la fraternidad humana se vea mucho más cercana cuando oyes pronunciar palabras como «hermana» o «amigo».

En español.

Nada cambia en la justicia española

Nada cambia en la justicia española

Hace tiempo que en España hemos empezado a sentir que, al menos en justicia, da igual qué partido esté en el gobierno. En el asunto de las hipotecas, por ejemplo, si el gobierno de un partido estableció los tribunales especiales hipotecarios para alejar la justicia de los afectados y que disminuyese el número de jueces con tentaciones de presentar demandas prejudiciales, cuando el gobierno cambió de color, los otros, mantuvieron ese cambio como si no pasase nada.

En España, en justicia, rige una extraña política de casino donde, gobierne quien gobierne, siempre gana la banca. Las hipotecas fueron en su día una bandera que ahora ningún gobernante parece querer tremolar; una bandera que la doctrina, siempre amable con la banca de nuestro Tribunal Supremo trata de arriar.

Y si en el ámbito de las hipotecas sucede esto, en el de la administración de justicia ocurre otro tanto: tanto la izquierda como la derecha aspiran a implantar oficinas judiciales con amplias competencias procesales que sean dóciles a las instrucciones de sus jefes del Ministerio de Justicia porque, de este modo, desde el gobierno se aumenta el control de la administración de justicia hasta en sus más mínimos detalles. Los partidos le llaman amor (eficiencia), pero no se equivoquen, en realidad solo se trata de sexo (control); los sucesivos gobiernos, de uno y otro color, han insistido siempre en los mismos instrumentos de control de un poder que debería ser independiente: tribunales de instancia y oficina judicial, un cocktail ponzoñoso que unos y otros han tratado, sin distinción ideológica, de administrar a nuestra justicia, desde Gallardón a Pilar Llop.

Y si en lo anterior gobierne quien gobierne siempre quieren lo mismo, ya no les digo nada con el turno de oficio: da igual el partido que gobierne todos pagan tarde, mal y poco

Que ganen unos o que ganen otros, al menos en justicia, no significa nada pues siempre ganan los mismos.

Sin embargo leo hoy con esperanza que en Colombia, un país flagelado por todo tipo de calamidades, ha habido un cambio de tendencia en las elecciones presidenciales que, por primera vez en la historia, ha sacado del poder a una clase política que hasta ahora siempre lo había ocupado y ha llevado hasta él a otra que sugiere la llegada de un tiempo nuevo, inaugural, de paz posible y reformas necesarias.

Me da igual el color del cambio, solo deseo que le vaya bien a Colombia y encuentren los consensos necesarios porque, a estas alturas de la historia, les era imposible seguir igual.

Tocaba cambio. Quizá en España, al menos en justicia, también haga falta pero…

¿Qué ocurre cuando ningún partido quiere un cambio de verdad en justicia?

Tener o no tener. Colombia en el corazón.

Tener o no tener. Colombia en el corazón.

Yo sé que ustedes se preguntarán qué es lo que estoy haciendo en Sevilla con un sombrero «vueltiao» en la cabeza. Dénme ocasión, antes de que opinen nada, a que les responda.

Hace muy pocos días me llegó desde Colombia (un país hermano que —como saben— enfrenta una situación dramática) este «sombrero vueltiao»; una prenda hecha con un tejido vegetal exclusivo, de muy laborioso y especializado trenzado y que es, por sobre todas las demás cosas, el símbolo nacional de Colombia.

Pues bien, ese afecto que venía envuelto en el sombrero necesitaba un agradecimiento específico de mi parte y como, por razones de trabajo, había de desplazarme a Sevilla me determiné a llevar a Colombia no sólo en el corazón sino también en la cabeza y fotografiarme frente al Archivo General de Indias con él. ¿Por qué el Archivo General de Indias?, bueno… porque en ese lugar es donde aún hoy día lloran los originales de aquellas viejas Leyes de Indias que, dictadas para proteger a los indígenas, jamás se cumplieron desde entonces hasta hoy, condenando a un país rico y hermoso a vivir las dramáticas situaciones de desigualdad que están en la base de los disturbios que, tristemente, vive hoy día ese país hermano.

Yo tenía una deuda de afecto con mis amigos y compañeros de Colombia y, aunque sé que nunca podré pagársela cumplidamente, déjenme intentarlo hoy.

Escribo estas líneas en la más vieja taberna de Sevilla, una casa de comidas abierta ya en 1670, y que se encuentra a apenas unos cientos de metros del lugar donde estuvo la cárcel en que un Cervantes preso gestó la más inmortal de sus obras; esa obra que nos enseña que no existen más que dos razas en el mundo que son la del tener y la del no tener.

Los españoles lo sabemos bien. Los árabes que llegan en yate de lujo son protegidos por el estado y hasta son amigos de reyes eméritos, en cambio, los árabes que llegan en patera o lancha neumática son inmediatamente ingresados en centros de detención. No hay nada que les haga diferentes a unos de otros, simplemente pertenecen a razas diferentes, unos a la raza del tener y otros a la del no tener.

Dicen los evangelios que pobres siempre los habrá, lo que no dicen los evangelios es que siempre hayan de ser los mismos y en Colombia, como en otros muchos países, los indígenas han sido siempre unos de los integrantes habituales de la raza del no tener.

Por eso esta tarde yo tenía que tomarme una foto frente al Archivo General de Indias y por eso, ahora, estoy escribiendo estas lineas a unos pocos centenares de metros donde estuvo la prisión en que encerraron a Cervantes.

Los ruiseñores también mueren en Colombia

Dayana Martínez había denunciado a cinco individuos por violación; Julio César Walteros, su abogado, pidió ante los tribunales la busca y captura de lo sospechosos y los tribunales admitieron su petición. Poco después, Julio César, murió acribillado a balazos.

Sé que en España sonará horrible un suceso así, pero en Colombia, donde han sido ya asesinados más de 800 abogados, suena dramáticamente común.

Porque, a poco que lean entradas pasadas de este blog, comprobarán que en Colombia la vida de los abogados no parece valer nada ni tampoco parece que nadie vaya a hacer nada por este genocidio profesional de quienes, para defender los derechos o la libertad de los demás, se ven irremisiblemente condenados a poner el juego su propia vida.

Matar al abogado, es la forma en la que en Colombia se tratan de «solucionar» muchos procesos y cientos de abogados muertos parecen confirmar que el método está extendido.

No es posible que el mundo consienta esto; no es admisible que miremos hacia otro lado. Cada muerte de un abogado achica los espacios de libertad y justicia en el mundo y permitir que eso siga ocurriendo lo acabaremos pagando todos antes o después.

Sí, los ruiseñores también mueren en Colombia (y a centenares), esta vez ha sido Julio César Walteros.

Descanse en Paz.

IMG_9198.PNG

Luís Evelio Londoño «in memoriam»

Los abogados colombianos son víctimas de un genocidio profesional sin que nadie haga nada para evitarlo. Son ya más de 700 los abogados asesinados desde que se empezaron a llevar estadísticas de este drama y esta brutal matanza no parece generar la más mínima consternación en las instituciones colombianas.

Anteayer asesinaron en Cali a LUIS EVELIO LONDOÑO, abogado. Ejercía en derecho penal y era conocido como uno de los muchos abogados del pais que esperan en las URI (Unidades de Reacción Inmediata de la Fiscalía) a la espera de prestar sus servicios a las personas detenidas, no despachaba desde ninguna oficina.

Los abogados nos llamamos entre nosotros compañeros. Es una palabra bonita. Derivada del latín cum-panis designa a aquel con quien se comparte el pan y está emparentada con otras palabras bellas provenientes todas del indoeuropeo “Kom” que transmite de la idea de “juntos, cerca, con…”

Hoy ha muerto un compañero y en Cartagena de España queremos estar cerca de él. Todas nuestras condolencias y todo nuestro cariño para su familia y amigos.

Dos abogados más asesinados en Colombia ¿Hasta cuándo seguirá este genocidio profesional?

Sin reponernos de la noticia por la muerte de dos Abogados en Armenia, se nos acaba de informar en la Fiscalia General de la Nacion, del Asesinato de DOS ABOGADOS MAS, CUATRO EN DIAS, HORAS, MINUTOS.

En Belen de Umbria Departamento de Risaralda aparecio asesinado y semi enterrado el abogado Eladio de Jesus Arenas quien ejercia como Personero( Representante del Ministerio Publico) de esa localidad.

Y en el Departamento del meta fue asesinado el Abogado Ricardo Rodriguez Cajamarca, Defensor de Derechos humanos.

Óscar Cortés Baena y José Luban Duque Jiménez: In memoriam.

La muerte sigue golpeando a nuestros compañeros abogados en Colombia, es difícil saber a estas alturas a cuántos han asesinado pero pasan de los ochocientos (sí 800) los abogados que han sido vilmente asesinados sin que se haya condenado a nadie por esos crímenes en la práctica totalidad de los casos.

Hoy lloramos a los Abogados Colombianos, Oscar Cortes Baena y Jose Luban Duque Jimenez. Abogados como nosotros; seres humanos como nosotros.

La noticia me ha llegado en un correo que me manda el abogado Sr. Don Feisal H. Buitrago, colombiano como ellos y miembro de la Federación Iberoamericana de Abogados. En un país donde hasta los psicólogos tienen colegiación los abogados mueren sin una organización que los defienda. Este genocidio profesional debe cesar y las autoridades deben localizar, detener y juzgar a los criminales: Es su responsabilidad. La nuestra es que las naciones civilizadas se lo exijan.

Les dejo con el correo de Feisal H. Buitrago.

Óscar Cortes Baena y Jose Luban Duque Jimenez: In memoriam.

«Colegas y amigos

Nuevamente informo a ustedes del asesinato, en menos de quince horas, de los Abogados Colombianos, Oscar Cortes Baena y Jose Luban Duque Jimenez, en la Ciudad de Armenia, Quindio.

No sabemos hasta cuando sera esta masacre y quien o en que Ciudad sera el próximo. Ya se ha informado que en la ciudad de Cali en solo siete meses del 2013, asesinaron a 11 Abogados y en Armenia, sino me equivoco van cinco en este Año, sumados a los de Bogota, Antioquia y el resto del país.

A la gravedad de estos hechos se suma que no tenemos Colegiatura Obligatoria, y menos aun un Colegio o Asociación de Abogados fuerte, seria y respetable, que tenga peso y representación para hacer estas denuncias y ser oídos en todas las instancias del Gobierno central. La gran prensa apenas registra estos hechos en sus paginas Judiciales.

Por ello a titulo individual lo hacemos a nivel Nacional e Internacional.

A solas y con dolor en el alma, seguimos escuchando a Beltorl Brecht

Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde. (Bertolt Brecht)

Hasta pronto amigos, si en que en esta Patria ensangrentada y en esta noble y Universal profesión aun podemos decirlo. Ejercemos bajo la amenaza permanente del tableteo de las ametralladoras

Feisal H Buitrago

«

Juan Carlos Canizalez Ocampo

Otro abogado asesinado en Colombia. Juan Carlos Canizalez Ocampo fue vilmente asesinado en Buga por personas hasta ahora desconocidas. Es por ahora el último de los 800 abogados asesinados en Colombia sin que las autoridades parezcan capaces de esclarecer ni uno solo de estos ochocientos crímenes. Este intolerable genocidio profesional debe concluir y es preciso exigir a la administración que destine todos los medios precisos para acabar con esta lacra.