Cualquiera que haya leído las tonterías que escribo sabrá, a estas alturas, que la expresión latina «ius» significa literalmente «sopa» y que está directamente emparentada con palabras que significan «unir» de ahí que llamemos «yunta» (iunta) al equipo de animales que tira de un peso; «cónyuges» (con-iu-ges) a las personas que se unen en matrimonio; «yoga» a esa práctica de unión espiritual o «yugo» (iugo) al artefacto que une a los bueyes. El «ius» une los sabores en forma de sopa o a la sociedad merced a normas justas.

Hoy que me estoy comiendo una sopa de fideos yo podría inventarme —o sostener— una falsa etimología de la palabra «fideo» y decirles que la comida de los buenos juristas es la sopa de fideos pues en ella se une el ius (sopa) con la fides (fideos) creando un símbolo gastronómico inigualable de la justicia (iustitia).

En el siglo XIX se quiso hacer derivar la palabra fideo de «fides», pero de una forma especial de ella, pues la cuerda de la lira, en etrusco, se decía fides.

Pero les engañaría. En realidad los fideos son el producto del mestizaje cultural peninsular entre cristianos, árabes, mozárabes y judíos.

A la acción de utilizar el escáner los castellanohablantes la bautizamos como «escanear», del mismo modo, a la práctica del surf la llamamos «surfear». Y es por eso que no les sorprenderá si les digo que, la expresión verbal «fid», los judíos sefardíes la conjugaron como «fidear» pues, como hemos visto en escanear y surfear, los castellanoparlantes, cuando convertimos en verbo alguna palabra extranjera lo solemos hacer añadiento la terminación «-ar» o «-ear».

Ocurre que esta vez «fid» es palabra semítica que en el árabe clásico dio «fad» y en imperativo «fid» (crecer, aumentar de tamaño) y de ahí pasó al mozárabe, y de ahí al sefardí fidear y de esa forma de espñol judío a todo el mundo.

En la sopa de fideos, pues, anote que no todo se lo debemos al ius romano, los romanos no conocían los fideos y sus sopas eran, por tanto, tristes y desangelados caldos; fue necesario el impulso del islam español, en conjunción con los judíos de esa España que ellos llamaban Sefarad y las muy cristianas hambres, para que viniese al mundo el fideo.

Es por eso que ahora, mientras rebaño los restos de la sopa con un trozo de pan, me admiro reflexionando en cuanta historia se esconde en un plato de sopa con fideos.

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