No fueron los dioses quienes hicieron a hombres y mujeres a su imagen y semejanza, por el contrario, fue la humanidad la que hizo a diosas y dioses a la suya.

La forma y los atributos de dioses y diosas han ido cambiando con las sucesivas civilizaciones y períodos históricos de la especie humana; analizar las características de estas diosas y dioses es, sin duda, una forma útil de analizar las características de los hombres y mujeres que los crearon.

Una de las características que me gustaría señalar hoy es la caracterización mayoritariamente femenina de las diosas de las primeras civilizaciones, dato este que, si se piensa un poco, es absolutamente natural.

La especie humana en los albores de la civilización desconocía muchas cosas aunque, si algo sabía con certeza, es cómo se generaba la vida y, para los seres humanos, la vida nacía siempre de una mujer. No es pues extraño que en su universo psicológico-simbólico vieran en una gran diosa madre el origen del universo y de todos los seres creados. ¿No era siempre una mujer quien daba la vida? ¿Quién, pues, sino una mujer podía ser la diosa primigenia?

Las estatuillas de diosas son hiperabundantes en esta época, las principales ciudades de estas antiguas edades (Catal Huyuk, Hacilar…) nos demuestran a través de vestigios arqueológicos la preeminencia de los cultos a deidades femeninas.

Incluso en el conocido poema épico de Gilgamesh la preeminencia de la diosa es todavía patente (estamos en el tercer milenio AEC) pues no sólo es una mujer (Innana) la diosa del cielo sino que es otra mujer (su hermana Ereshkigal) la diosa del infierno. En Egipto es Isis la que encarna este papel de diosa responsable de devolver la vida a Osiris y hacer posible la vida más allá de la vida terrena.

Las Innanas, Ishtar, Astarté, Ashera… forman una cadena ideológica de diosas que nos conectan con una época donde el papel de la mujer era muy diferente del que vino luego con Grecia y Roma.

En los más antiguos textos legales (disposiciones de Urukagina, rey de Lagash) aún se detectan vestigios de esta antigua situación. Urukagina, libertador de esclavos, protector de viudas y huérfanos sólo cometió un error al legislar: prohibió la poliandria, es decir, que las mujeres pudiesen casarse con muchos hombres a la vez. Esta prohibición trajo a Urukagina no pocos problemas.

¿Cómo se pasó de esta situación con un panteón lleno de diosas a un panteón lleno de dioses?

En mi sentir la hipotesis más plausible es la que señala al advenimiento de la agricultura como causa del cambio. Para un pastor el concepto de propiedad no existe, puede vagar por la tierra con sus rebaños o persiguiendo la caza sin que nadie le importune. Sin embargo la agricultura cambio esto como es fácil de entender. Si usted siembra una parcela de tierra usted no permitirá que los rebaños o las tribus pasen sobre sus sembrados, mucho menos dejará usted que recojan los frutos personas diferentes de usted. En usted ha aparecido el concepto de propiedad y esa propiedad la defenderá usted por la fuerza si es preciso.

La historia de Caín y Abel ilustra esta tensión entre agricultores y pastores y es bueno señalar que los dioses de los pastores y los de los agricultores difirieron. Desde que la agricultura se convirtió en la principal fuente de subsistencia humana era la propiedad y defensa de la tierra el valor superior. Los imperios se construyeron conquistando tierras y de esa cultura arranca el predmominio de los dioses sobre las diosas en los panteones: la diosa, dadora de vida, estaba en el origen de las cosas pero los dioses, señores de la muerte, empezaron a asaltar el panteón.

Para pueblos que vivían de la agresión no era extraño que sus dioses adoptasen la forma de un hacha o una cimitarra pero, en general, las culturas agrícolas fueron haciendo evolucionar su panteón hacia otro en el que los dioses que controlaban los fenómenos atmosféricos eran las deidades que más culto recibían.

Baal hacía llover y controlaba los rayos, otro tanto hacían Zeus y su trasunto romano Júpiter, incluso la lluvia era el semen con el que mls dioses fertilizaban la siempre femenina tierra y no hablaré de Yahweh porque eso da para un tratado.

Y visto esto ¿Qué podemos predecir que va a pasar en el cielo con los cambios tecnológicos habidos en el último siglo?

Parece evidente que la tierra empieza a importar muy poco como entenderá cualquiera que observe la llamada «España vaciada», aunque a nuestro cro magnon neolítico le subleven unos cuantos metros como Gibraltar, y parece evidente que las deidades ligadas a ciclos agrícolas debieran ir perdiendo protagonismo. En nuestra cicilización es la cultura y el conocimiento las que determinan la preeminencia y el desarrollo, características estas que poseen por igual hombres y mujeres, dioses y diosas por lo que, una hipótesis plausible, es que la humanidad recupere cada vez más el viejo estatus de cooperación entre sexos de las más viejas culturas y no subsista el actual dominio del uno sobre el otro y los dejemos asexuados o tengamos que buscar algún nuevo sexo para los dioses/diosas.

Pero no voy a meterme en eso, supongo que ustedes me.disculparán.

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