Si existe un episodio vergonzoso en la carrera espacial de los Estados Unidos fue el llamado «Proyecto Mercury 13», donde se vetó a las mujeres como astronautas llegando el debate incluso al Congreso de los Estados Unidos.

Fueron 13 mujeres las que, a principios de los 60, superaron todas las pruebas médicas precisas para ser lanzadas al espacio por la NASA, pero la oposición oscura de burócratas, políticos e incluso de algunos de sus «compañeros» astronautas, que ridiculizaron sus pretensiones impidió que estas 13 mujeres participaran en la aventura espacial americana.

Todas estas mujeres del proyecto Mercury 13 eran aviadoras de superior categoría y su formación excelente. Alguna de ellas aprovechó su fortuna y contactos para colar el debate en las cámaras de representantes de los Estados Unidos pero, para vergüenza de los EE.UU., el proyecto fue cancelado en medio de opiniones y discursos que hoy harían querer borrar el pasado a muchos de quienes intervinieron.

Mientras, los soviéticos, en 1963 volvieron a ganar la partida a los americanos poniendo en órbita a la inolvidable Valentina Tereskhova, pero no sin críticas. Muchos de los «compañeros» de Valentina la acusaron de diversas «lindezas», como la de beber vodka incluso en la propia cápsula espacial… Pero fue en vano, en ese punto los soviéticos no parecían distinguir un hombre de una mujer ni de un trozo de carne de perro: venían de una Segunda Guerra Mundial donde sus mujeres habían peleado en primera linea como aviadoras, fusileras, tanquistas y habían muerto con la misma solvencia que sus compañeros varones. A la URSS no le costaba lanzar al espacio una persona y perderla y, quizá por eso, Valentina alcanzó la órbita terrestre 20 años antes de que lo hiciera cualquier norteamericana. 20 años de diferencia es mucho, 20 años de desigualdad en el primer país de occidente es una vergüenza demasiado inexplicable.

Sin embargo esta historia tiene un final feliz porque, Wally Funk, la más joven de las 13 mujeres del proyecto Mercury 13, ha vivido lo suficiente para, a sus 80 años, demostrar que sigue en condiciones físicas para subir al espacio y va a hacerlo.

El proyecto Blue Origins la ha seleccionado como miembro de la tripulación del New Sheppard y, aunque esto no borre para Estados Unidos la vergüenza de aquellos años 60, sí va a permitir a Wally Funk dar un corte de mangas orbital e histórico a todos aquellls que, hace 60 años y cuando ella sólo tenía 20, le dijeron que no podía ser astronauta.

Va por ti Wally.

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