Tener un mal gobierno es una desgracia; tener un mal gobierno y una mala oposición es una tragedia y es en esta tragedia en la que está instalada la justicia de nuestro país desde hace años.Que tenemos un ministro de justicia y una política en justicia lamentables ya lo he contado en posts anteriores, pero, ayer, me encontré con un tuit del líder la oposición, Pablo Casado, que me reveló también que, si mala es la política del gobierno en materia de justicia, igual de mala es la política que preconiza el poco avisado líder de la oposición. Pero antes de entrar en harina dejemos que hable el citado: aquí tienen su tuit.
Sí, han leído bien, el aspirante a ser inquilino de la Moncloa pudo haber citado por ejemplo a Doña Margarita Mariscal de Gante, la ministra que reformó la LEC e introdujo la videograbación en la jusricia española, pero, en su lugar y sin experimentar molestia intestinal alguna el líder de la oposición prefirió a elegir a cuatro ministros perfectamente olvidables cuando no directamente reprobables y hasta en algunos casos efectivamente reprobados. El tuit del líder de la oposición, ya digo que sin sonrojo ni pudor, decía:
«Con los Ministros de Justicia Acebes, Michavila, Gallardón y Catalá defendemos un Poder Judicial independiente frente a las agresiones del Gobierno, reivindicamos el Pacto de Estado por la Justicia de 2001, y pedimos la despolitización de la Fiscalía y de la elección del CGPJ. https://t.co/rbFqhfEHVb »
Esto lo escribió y publicó sin vergüenza alguna el líder de la oposición y debiera experimentarla, porque sus palabras son no sólo erróneas —siendo piadosos en el adjetivo— en una parte, sino simplemente falsas en otra y finalmente injustas en lo que calla y a quienes olvida. No sé quién asesora al líder de la oposición en cuestiones de Justicia o si estas declaraciones se le han ocurrido a él solo pero, si son estas cuatro personas quienes le asesoran, ya podemos empezar a rezar porque el joven líder opositor jamás gane unas elecciones.
En el mundo es habitual que a los líderes alguien les escriba los discursos; en España, yendo un paso más allá, a algunos/as líderes/as, les escriben hasta las tesis doctorales por lo que no veo yo qué mal habría en que al líder de la oposición alguien le sugiriese ideas en justicia menos insensatas de las que se deja ir por tuíter. Analicemos el tuit porque no tiene desperdicio.
Afirma en primer lugar el líder de la oposición:
«Con los Ministros de Justicia Acebes, Michavila, Gallardón y Catalá defendemos un Poder Judicial independiente frente a las agresiones del Gobierno…»
No se ve enoticono alguno en el tuit que nos haga pensar que el líder está de guasa, cómico o ebrio, de forma que no nos deja sino tomar la peor ocpión: pensar que lo dice en serio.
Hablar de que esa cáfila a quien menciona el tuit defendió un Poder Judicial independiente es ignorar la realidad o tener muy poca vergüenza; permítanme, pues, que, piadosamente, me adhiera a la primera opción y les recuerde algunas cosas.
Cuando el Partido Popular ganó las elecciones en 2011 lo hizo comprometiéndose en su programa electoral (página 178, medida 11 en el capítulo dedicado a la justicia) a lo siguiente:
«Promoveremos la reforma del sistema de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de sus veinte miembros sean elegidos de entre y por jueces y magistrados de todas las categorías.»
Muchos les creyeron y les votaron pero allí estaba Gallardón quien, apoyado por una mayoría absoluta superlativa se sintió con derecho a mentir y traicionar a sus electores llevando a cabo una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial justo en sentido contrario al prometido y con la única finalidad de ejercer un mayor control político sobre el Consejo General del Poder Judicial.
¿Y es este señor de quién dice el líder de la oposición que debemos tomar ejemplo?
¿Y lo ha dicho sin desternillarse de risa o sin vomitar de vergüenza?
No necesito decirles que el sucesor de ese señor del que les hablo (es la forma en que en el partido del líder llaman a los caídos en desgracia) tampoco hizo nada por arreglar la trapisonda de su predecesor y así hasta el día de hoy en que ministros de uno y otro color han venido disfrutando de aquella tropelía.
La segunda parte del tuit es también de traca
«…reivindicamos el Pacto de Estado por la Justicia de 2001…»
Ese «pacto» no es de Estado, ese pacto es la tontina que firmaron los dos partidos que en 2001 se creían intocables para controlar la justicia a través de unas medidas (Nueva Oficina Judicial y Tribunales de Instancia incluídos) destinadas en esencia a aumentar su capacidad de influencia en la administración de justicia y a dejar sin justicia cercana a dos terceras partes de la población española. En próximas semanas dedicaré una serie de post (por cierto ya iniciada) al momio de los tribunales de instancia, por ahora básteme decir que todos los ministros de justicia, Gallardón y Campo incluídos, son fieles acólitos de aquella misa negra.
Si lo observan, entre reducciones de planta (Caamaño, Gallardón) o la búsqueda de la promoción de tribunales de instancia (Gallardón, Campo), las políticas en justicia de PP y PSOE son sistemáticamente iguales y predecibles con el libro negro a que hace referencia el líder de la oposición en la mano. Es por eso que, todos los ministros que salen en la fotografía del tuit y todos los ministros que pueda poner el PSOE desde 2001 son absolutamente prescindibles en la historia de la justicia española: porque todos han tratado de llevar adelante aquel pacto de control y sumisión de la justicia, esa administración que demostró ser la única capaz a poner coto a todo el demencial espectáculo de corrupción y depredación de caudales públicos por los partidos mayoritarios en los últimos 20 años.
Que no le engañen: en justicia, al menos en justicia, la política de los dos partidos mayoritarios es exactamente la misma en lo esencial y tiene un único fin desde 2001: controlar la administración de justicia.
Es por eso que resulta especialmente estomagante leer tuits como el de ayer, primero porque son falsedades y en segundo lugar porque nos sitúan en la peor posición posible: en la de un país que tiene un mal gobierno en justicia pero que ni siquiera puede hallar una mínima esperanza en la oposición.