Maryia Vasílyevna Oktiábrskaya era, según sus amigas, una mujer trabajadora y elegante en sus modales y forma de vestir. Se casó en 1925 con el amor de su vida: el cadete de la escuela de caballería Ilyá Fedótovich Riadnenko y por eso, cuando en el verano de 1941 le llegó la noticia de la muerte de su marido a manos de las tropas alemanas que habían invadido la URSS, corrió a alistarse como soldado en el ejército rojo.

Fue rechazada, padecía tuberculosis de columna y contaba ya 36 años, demasiados para el combate en una mujer según los comisarios soviéticos.

Pero su dolor y su ira eran demasiado grandes como para conformarse con esa decisión. Tras vender todo cuanto tenía y reunir la nada despreciable cantidad de 50.000 rublos decidió escribir a Stalin en estos términos:

“Querido Iosif Vissariónovich!:
Mi marido, el comisario de regimiento Oktiábrskiy Ilyá Fedótovich, ha muerto en los combates por la Patria. Por su muerte, por la muerte de todos los soviéticos torturados por la barbarie fascista, deseo vengarme de los perros fascistas para lo cual ingreso en el banco público todos mis ahorros personales (50.000 rublos) para la fabricación de un tanque. Solicito que el tanque se llame «Compañera de Armas» y yo sea destinada al frente como su conductora.”

Maryia tenía formación como conductora de este tipo de vehículos y era además una magnífica operadora de ametralladoras. No debía de andar Stalin muy sobrado de efectivos porque su respuesta no se hizo esperar:

“A la atención de la camarada OKTIÁBRSKAYA Mariya Vasílyevna
Le agradezco, Mariya Vasílyevna, su apoyo a las tropas de tanques del Ejército Rojo.
Se hará como usted desea.
Reciba mi saludo.”

Mariya, vio sus deseos cumplidos: un magnífico tanque medio T-34 fue bautizado con el nombre de «Compañera de Armas» y ella fue destinada al puesto de conductora/mecánica.

Entró por primera vez en combate en los alrededores de Smolensko donde demostró un valor fuera de lo común. Con su tanque averiado por los proyectiles enemigos María salió del mismo y lo reparó para seguir combatiendo con él a pesar del denso fuego de la wehrmacht.

Muchos fueron los combates en que Mariya demostró su valor aunque, en una guerra como aquella, sobrevivir era la misión más difícil. Los días de Mariya finalizaron en noviembre de 1943, en las cercanías de Vitebsk, cuando, tras destruir varios nidos de ametralladoras y un cañón autopropulsado alemán, un proyectil antitanque destrozó una de las orugas de su «Compañera de Armas».

Mariya, como siempre, saltó del tanque para reparar la oruga dañada sin temor al fuego enemigo pero, ese día, la suerte no estuvo de su lado: una esquirla de metralla la hirió gravemente y, tras permanecer dos meses en coma, falleció en el hospital de sangre de Smolensk el 15 de marzo de 1944.

El 2 de agosto de 1944 se concedió a título póstumo a M. V. Oktiábrskaya el título de Héroe de la Unión Soviética. El dictamen de la hoja de condecoración, firmado por el comandante de la 26.ª Brigada de Tanques de la Guardia coronel Stepán Nésterov, decía:

«En el transcurso de las operaciones de combate y en el período de formación de la brigada, la camarada Oktiábrskaya cuidó y demostró amor por su máquina de guerra. Su tanque nunca tuvo paradas forzosas o averías. La camarada Oktiábrskaya se vengó de los fascistas por la muerte de su marido con el tanque adquirido por cuenta propia. La camarada Oktiábrskaya ha sido una guerrera audaz e intrépida.»

Aunque aquí acabó la vida de Mariya su recuerdo no se extinguió. Su brigada, en recuerdo de «mamá» —que era como la apodaban— bautizó otro tanque como «Compañera de Armas» y al ser este segundo tanque averiado en Minsk encargaron un tercer «Compañera de Armas» que fue destruido ya en Prusia Oriental. Aún quedaba guerra y un cuarto «Compañera de Armas» fue lanzado a la batalla.

Estos cuatro no fueron las únicas «Compañeras de Armas». Las trabajadoras de Sverdlovsk compraron con sus ahorros otro «Compañera de Armas» que acabó destruido en el infierno de Kursk y aún otro para sustituir a este…

… y así hasta nuestros días porque el 68º regimiento de Guardias continuó llamando siempre a uno de sus tanques «Compañera de Armas» en recuerdo de la valentía de «mamá».

Mariya, ciertamente, hizo algo mucho más importante que vengar la muerte de su marido.

Gracias «Mamá».