Las plantas crecen sin esfuerzo aparente, los seres vivos y la naturaleza se perpertuan y organizan sin órdenes ni planes aparentes, simplemente lo hacen porque una especie de armonía natural los gobierna.

Para los filósofos taoistas esta percepción del funcionamiento correcto del mundo se plasmó en una forma especial de enfrentarse a las cosas a la que llamaron Wu-Wei.

Un gobernante que trata de mandar demasiado destruye la armonía que rige la natursleza y que persigue el Wu-Wei; por eso, los antiguos filósofos chinos, apenas si exigieron a sus emperadores que fuesen honestos y virtuosos; de esta forma, pensaban que su honestidad y virtud se comunicaría a sus súbditos y que, la ausencia de intentos de forzar la armonía natural de las cosas permitiría a estas crecer felizmente.

El gobernante con Wu-Wei sólo aparentemente no hace nada, en realidad deja fluir las cosas en la dirección apropiada, gobierna apenas con la atención, pero al final, cuando todo sale bien, las gentes sienten que lo que han hecho lo han hecho ellos y se sienten dueños de su historia y, en efecto, así es.

Pienso en esta vieja filosofía taoista y pienso en nuestros gobernantes actuales, intervencionistas, elitistas, deshonestos hasta con la formación que exhiben y pienso que, en España, a todos nos haría falta un poquito más de Wu-Wei.

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