Durante el siglo pasado Gordon Moore, un ejecutivo de Intel, observó que, cada año y medio, los ordenadores doblaban su capacidad de procesamiento; esta observación dio lugar a la famosa Ley de Moore que predice que, cada 18 meses, los microchips doblan su capacidad de procesar información.
Sin embargo esta ley no es una ley natural sino un producto de la ingenuidad humana. Esta ley se ha cumplido hasta ahora porque, cada dieciocho meses, los ingenieros se las han arreglado para reducir el tamaño de los cables y puertas lógicas de que están hechos los chips pudiendo así incorporar en el mismo espacio el doble de componentes. Si proyectamos esa ley hacia el futuro, dentro de 40 años —tal y como afirma Seth Lloyd— los cables y puertas lógicas se habrán reducido a una escala atómica lo que significará que, si queremos continuar con la progresión, no tendremos más salida que desarrollar capacidades de computación cuántica.
Todo esto parece extraño o ajeno a nosotros pero les aseguro que está en la base de una comprensión acertada del universo e incluso del derecho.