Bajocas

El sureste es un lugar curioso. Aunque muchos de sus habitantes no lo sepan, su peculiar forma de hablar se funda —entre otras cosas— en que es aquí donde el catalán que se habla en la Comunidad Valenciana (no me atrevo a poner «valenciano») se yuxtapone al castellano y da lugar a una extraña colección de palabras que se encuentran a caballo entre una y otra lengua.

Antes de que la TV y la normalización escolar hiciesen menos frecuentes estos giros lingüísticos, un cartagenero llamaría «pésoles» a los guisantes y aún a día de hoy llamará «lebeche» a ese viento del suroeste que en catalán llaman «llebetx» o «llebeig»; sucederá lo mismo con el «jaloque» (xaloc) o en la vecina ciudad de Murcia con las patatas, donde todavía oirá usted a algún castizo llamarlas «crillas».

Esto de las «crillas» tiene su guasa porque, en valenciano (perdonen si hiero a alguien) a las patatas se las llama también «creïlles» y en este caso el proceso es tan largo como valencianizar la palabra creadilla (las patatas son las «creadillas de tierra» o «turmas de tierra» del castellano oriental de La Mancha) y de ahí trasvasarla al castellano del sureste ya no como «creadilla» sino en su forma valenciana «crilla».

Por lo demás la toponimia de la zona no admite contestación. Lugares como «Roche» (de Roig), «La Parajola» (de «La Platjola») o la Isla Grossa (no necesita traducción, en catalán se dice igual Isla Grossa) dan fe de una toponimia catalana tan extendida que, incluso en asuntos de fe, se deja sentir: la vieja patrona de Cartagena es la Virgen del «Rosell» y este nombre es también catalán como otro día les contaré.

Pasa con España como con el jamón de Montánchez, que uno no puede decantarse nunca por la magra o por el tocino, porque la grasa se infiltra de tal manera en la carne que es lo que da a esta su incomparable sabor. Magra y tocino en su justa medida y siempre ambas de buena calidad hacen un buen jamón y esto pasa en mi región (y yo diría que en España) que, aunque muchos puristas preferirían tomarse las alubias solas y otros solo el chorizo, las alubias con chorizo llevan ambas cosas y si no llevan ambas no son lo que han de ser.

No sé si me explico. Otro día les hablaré de la toponimia de origen euskérico de mi cormarca (que también la tiene), por no hablarles de la árabe o la bizantina, pero eso será otro día.

Ahora, para compensar una miaja de empanada de más que me he comido por no hacer el feo a una invitación, voy a comerme solamente este platico de bajocas…

¡Anda! ¡Bajocas!

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