Ellos querrían ser colegio pero una legislación ridícula y una visión provinciofrénica y roñosa del Colegio de Graduados Sociales de Murcia lo impiden. Hoy han organizado su comida de navidad y me han invitado. Son la Agrupación de Graduados Sociales de Cartagena.
El local estaba lleno y allí estaban casi todos los graduados sociales que conozco, faltaban unos pocos pero, si no habían ido, es porque no habían podido, no porque les faltasen ganas.
A los postres han venido los discursos de rigor, los premios de rigor a quienes llevan muchos años ejerciendo y el reparto de la revista de la asociación, la cual he leído y presenta contenidos de más interés que la de este mes de Abogacía Española.
Al verles a todos juntos y felices, con las ideas clarísimas en relación a lo que son y lo que quieren ser, no he podido evitar pensar en las elecciones de ayer del Colegio de Abogados de Madrid donde tan solo un 7% de los abogados votó o de las caras fiestas y saraos de nuestras asociaciones nacionales Mutualidad y CGAE; y he pensado que no, que a estos graduados sociales no les hace falta ser colegio para hacer lo que hace un colegio y aún más.
Espero que tengan suerte y rompan la mentalidad provinciana contra la que luchan, pero sobre todo espero que no pierdan esa convicción que ahora tienen de que lo verdaderamente importante y valioso de estas agrupaciones profesionales son las personas que las componen. Ellos saben lo que otros han olvidado, triunfarán seguro.