El 6 de enero de 1874 los Reyes Magos no trajeron regalos a los niños de Cartagena. La sublevación cantonal se encontraba en las últimas y una buena parte de la población civil -mujeres y niños principalmente- se refugiaban de los bombardeos centralistas bajo las bóvedas a prueba de bombas del Parque de Artillería.
Como digo, el 6 de enero de 1874 los Reyes Magos no trajeron regalos, porque ese día, quien sabe si debido a un proyectil, a un sabotaje o a una imprudencia, el Parque de Artillería voló por los aires matando y dejando sepultadas bajo sus escombros a más de trescientas mujeres y niños según los cálculos más optimistas o a más de dos mil según la prensa extranjera de la época. En todo caso el suceso más devastador para la población civil de la historia de España.
No hubo tiempo para entierros. Se dice que el General Contreras (cantonal) se limitó a lamentar la pérdida de municiones y repuestos. Tampoco el centralista López Domínguez afectó demasiada compasión cuando por fin entró en la ciudad. Los cadáveres quedaron bajo los escombros de un edificio en el que hoy nada recuerda aquella tragedia. Ni una miserable placa.
Y ahora permítanme que les cuente una experiencia personal al respecto. No sé si saben que la hortensia es una flor cuyo color natural no es el azul pero que, en presencia de determinados compuestos del hierro, ofrece unos increíbles tonos azules.
Hay mucho hierro en esa plaza, aunque sólo sea el de la hemoglobina de la sangre de las mujeres y niños que allí siguen a día de hoy sepultados y que, como saben, se compone básicamente de hierro. También quizá el de los muchos proyectiles allí almacenados o caídos.
Por eso, estoy seguro, que me creerán sin juramento si les digo que, hará unos cinco o seis años, cuando vi en esa plaza nacer, no sé si espontáneamente, unas hortensias azules, me alegró que en esta ciudad, al menos las flores tengan memoria.
Hace poco he leído una publicación en internet que afirmaba que la guerra del cantón fue una guerra «romántica». Si eso es así, este que les cuento es el verdadero «romanticismo» de esa guerra que, como todas, sólo nos enseña los extremos de vileza e idiotez a que podemos llegar los seres humanos cuando discutimos cosas tan «importantes» como esa de si una república debe ser unitaria o federal.
Me ha gustado mucho, y tampoco lo sabía a pesar de que algo había leído del Cantón y del asedio.
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Creo, sinceramente, que el cantón cartagenero fue algo utópico y por lo tanto imposible de alcanzar. Aunque eso no desvirtúa al cantón como tal, sino que lo convierte en una clara referencia para entender la capacidad de autogobierno de Cartagena. Algún día tal vez la provincia se consiga pero no es nada fácil. En la sociedad existe un doble debate e incompatible a su vez. Por un lado se tiene a la unión, a la globalización – ejemplo la Unión Europea – ; por otro lado, se tiene a la vertebración de los territorios e incluso a la desintegración total del Reino de España –ejemplos: el estatuto de Cataluña o el nacionalismo vasco–.
En el año 1873 fueron muchas ciudades las que se constituyeron en cantones, para exigir la República Federal en España: Algeciras, Ávila, Cádiz, Cartagena, Castellón, Granada, Málaga, Jaén, Salamanca, Valencia. La mayoría del pueblo español quería el federalismo frente a la dictadura centralista que se ejercía desde Madrid. En conclusión, España debe caminar unida y en paz. En la unidad está el entendimiento mutuo y sincero de los españoles. Mientras no tengamos esto claro continuaremos en la discordia.
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Estoy totalmente de acuerdo con Antonio Casado.
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Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
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