Murcia y los paraísos fiscales.

       La crisis está provocando que los ciudadanos se hagan muchas preguntas, algunas de las cuales se formulan de forma casi idéntica a como se formularon en otras crisis, por ejemplo, la de 1929, en la que, tras la caída de las bolsas y la quiebra de los bancos, la población se preguntó insistentemente «pero… ¿dónde está el dinero?»; pregunta a la que hemos tratado de dar respuesta en el post anterior, si bien generando más dudas que certezas.

Otra de las afirmaciones que uno escucha en la calle (y también, por cierto, en los foros internacionales que se han convocado para dar soluciones a la crisis) es que la existencia de paraísos fiscales es una realidad que ha favorecido el que hayamos llegado a éste estado de cosas.

Como las grandes afirmaciones suelen inquietarme, he decidido dedicar unas horas a tratar de comprobar cómo afecta la existencia de esos paraísos fiscales a mi entorno más inmediato, que es la Región de Murcia, para ver si, efectivamente, la presencia de estos países se deja sentir en mi entorno.

Para ello he recurrido a los datos que facilitan el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX)  y el propio Centro Regional de Estadísticas de Murcia (CREM) refiriéndolos todos ellos al año 2006 en el que el flujo de exportaciones e importanciones está debidamente desglosado. Veamos lo que he encontrado.

Por lo que respecta a importaciones efectuadas legalmente (las ilegales nunca las conoceremos) la Región de Murcia ha importado unos 277 millones de euros desde estos paraísos. Llaman la atención las importaciones realizadas desde Islas Caiman, Singapur y Trinidad y Tobago. Fuera del caso de éste último país, que efectivamente es un productor de petróleo notable, los casos de Singapur e Islas Caimán resultan más llamativos ya que desde la primera importamos ¡pescado vivo! y desde la segunda embarcaciones de motor.

Por lo que respecta a la exportaciones (cuyo valor alcanzó los 168 millones de euros) resultan llamativas muchas más cosas. Por ejemplo los casi 22 millones de euros exportados a Gibraltar o los 44 millones exportados a Hong Kong y sobre los que no aparecen más detalles en las series estadísticas. Los 65 millones exportados a Singapur consisten básicamente en policarbonatos que imagino serán los fabricados por la antigua planta de General Electric en Cartagena.

Sea como sea, lo cierto es que las operaciones comerciales con estos paraísos fiscales, si las comparamos con el global de las operaciones con continentes como Asia o África, no son nada desdeñables y resultan más altas de lo que uno esperaría a priori.

Las operaciones con paraísos fiscales son, muy a menudo, operaciones triangulares en las que la venta a un tercer país se efectúa a través de un intermediario radicado en uno de esos paraísos; así, por ejemplo, si deseamos exportar pescado a Japón podemos hacerlo vendiéndolo previamente a una empresa radicada, por ejemplo, en Hong Kong o Singapur, y luego, allí, venderlo con todo su margen comercial al país tercero de forma que parte del beneficio quede allí. El caso de Gibraltar es diferente y hasta hace poco tiempo se utilizaba como plataforma inmobiliaria: Si un extranjero quería comprar una propiedad en España primero constituía una sociedad en Gibraltar que era la que compraba la casa y después, si quería vender la casa, no vendía la casa propiamente sino que transmitía su propiedad de la sociedad en Gibraltar (y con ella la casa) de forma que se ahorraba todos los impuestos derivados dela operación de compraventa en España, país para el cual la casa, aparentemente, no cambiaba de propietario. El resultado final es siempre el mismo: beneficios fiscales; puesto que estos beneficios, y no otra cosa, son la razón de ser de estos paraísos fiscales.

Para comprobar la hipocresía existente en el tema basta con acercarse a Gibraltar y observar como los bancos españoles tienen allí abiertas sedes en las que ofrecen todo tipo de productos y servicios mientras en España y en el Reino Unido los dirigentes de ambos países se lamentan de los perniciosos efectos de estas jurisdicciones. La Guardia Civil, incluso, desde su página web, nos informa de que las operaciones con estos países pueden ser perfectamente legales.

En suma, la comprobación de las cifras oficiales pone de relieve que la presencia de estos paraísos se deja sentir en nuestra región y, me temo,  que las operaciones extraoficiales, de conocerse, ampliarían bastante esta percepción.

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