Tribunal del Jurado

       Sé que la institución del Tribunal del Jurado cuenta con detractores y partidarios entre quienes nos dedicamos a la actividad forense. Yo me cuento entre los segundos.

Esta semana pasada he tenido la ocasión de volver a participar como acusación particular en un juicio del tribunal del jurado y he vuelto a confirmar que, efectivamente, esta institución es un muy necesario soplo de aire fresco para la burocratizada administración de justicia española.

El juicio comenzó a las 10 de la mañana del lunes 17 con la selección de los jurados y se prolongó hasta las 2 de la madrugada del Sábado, con lo que no necesito explicar a los lectores de éste blog porqué la semana pasada no escribí mi habitual post semanal.

Los jurados en España se componen de 9 miembros que son seleccionados por sorteo antes del inicio de las sesiones del juicio y, durante dicha selección, cada una de las partes puede rechazar sin necesidad de justificación hasta a cuatro de los elegidos. Esta posibilidad permite, hasta cierto punto, que los representantes de la acusación y la defensa puedan buscar un determinado perfil en los jurados y, sobre todo, permite descartar a personas que, por su particular forma de pensar sobre determinadas cuestiones, pueda sospecharse que verán coartada o limitada su objetividad en la causa.

Esto ya es una clara ventaja sobre el proceso ordinario, en el que la persona del juez predeterminado por la ley es inamovible, de forma que un justiciable, en estos procesos ordinarios, puede verse ante la inquietante tesitura de tener que aceptar como juez a una persona cuya ideología o creencias, a priori, pueden hacer presumir que su percepción de la realidad o sus juicios de intenciones se vean mediatizados en su contra, aún involuntariamente, por su forma de pensar. Al igual que hay ciudadanos católicos, conservadores, progresistas, ateos o agnósticos también hay jueces que lo son y es muy frecuente que, cuando una persona se juega su libertad en un procedimiento, esta pregunte, antes que nada, sobre la ideología del juez, su edad, sus creencias e incluso sobre su sexo. Es verdad que los jueces procuran aplicar la ley con la máxima pulcritud y que sus creencias o ideología raramente se traslucen en sus sentencias, pero no es menos cierto que la inquietud de los justiciables no es injustificada; más que nada por el bochornoso espectáculo que parecen ofrecer, a veces, nuestros más altos tribunales (que no los inferiores) cuando sus fallos son predichos con matemática exactitud por los medios de comunicación en función del partido político que propuso a cada magistrado para el cargo.

En el caso presente, tras los oportunos descartes, quedaron seleccionadas como jurados nueve mujeres. Estas nueve mujeres tenían los más diversos orígenes geográficos y las más dispares edades y formaciones: desde personas con estudios superiores a personas con estudios primarios, desde las más jóvenes a las más maduras.

Trabajaron duro y muy bien.

Es cierto que el trabajo del jurado se ve favorecido cuando el magistrado que dirige el juicio entiende y confía en la institución misma, como era el caso, pero no es menos cierto que la calidad humana de estas mujeres se dejó sentir.

Lo más fascinante de los juicios con jurado es que es preciso olvidar todos los tics nerviosos que, de forma casi automática, se suceden en nuestra administración de justicia. Todos los letrados sabemos que, por ejemplo, los informes de los médicos forenses gozan de una alta reputación entre los jueces y magistrados a la hora de fijar los hechos probados. Todos los letrados sabemos que, por ejemplo, los informes de los peritos de parte nacen con el pecado original de ser parciales y son valorados en muchos casos «a beneficio de inventario» por los jueces. Esto no ocurre en el caso del tribunal del jurado. Todas cuantas personas intervienen en el juicio no cuentan con más autoridad que la que se deriva de su trabajo y de sus declaraciones en sala y es en sala donde ganan o pierden esta autoridad y objetividad que, en otros juicios, se les presume.

En los juicios con jurado todo ocurre ante nuestros ojos y todo ocurre por primera vez y esto hace que, cada vez que me enfrento a un juicio con jurado, vuelva a tener la alegría inaugural de sentirme abogado y saber que podré usar de todos los medios que la ley pone a mi disposición para hacer mi trabajo, sin prejuicios ni ritos o costumbres vacías. En los juicios con jurado vuelve uno a sentir que la dialéctica probatoria y la retórica forense son herramientas vitales y no la aburrida letanía de preceptos y sentencias en que las hemos convertido entre todos. En los juicios con jurado, en fin, uno siente vehementemente que la justicia preside todos y cada uno de los actos que se realizan.

Quienes no confían en el jurado suelen no confiar en la gente; creen, por alguna razón, que los ciudadanos no van a estar a la altura de lo que se demanda de ellos, cual si, el hecho de ser jurista, constituyese algún tipo de aristocracia del saber. No es así. El sentido común y la razón son las herramientas del hombre y estas se hallan repartidas por igual entre quienes nos decimos juristas y quienes no lo son.

He compartido con esas nueve mujeres cinco días inolvidables de mi vida y, a fe mía que, independientemente de su veredicto o del resultado del juicio, su actitud ha hecho que se fortalezca mi confianza en el ser humano y haya redescubierto cuan feliz me hace a veces mi profesión.

6 comentarios en “Tribunal del Jurado

  1. Buenas tardes,

    soy una chica de 28 años de Valencia y me pregunto qué pasos he de dar para formar parte de este Tribunal del Jurado. Conozco los requisitos pero necesito que me digas dónde tengo que presentar mi candidatura.

    Gracias.

    Un saludo,

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  2. No es preciso presentar candidatura alguna. Tu pertenencia o no a un Tribunal del Jurado se decidirá por sorteo, parecido al usado para determinar los miembros de las mesas electorales. Quizá tengas suerte.

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  3. Hola José. Me ha gustado mucho lo que has escrito. Comparto contigo el «desencanto» que nos causa nuestros formalismos «romanos» en las vistas ( y procedimientos) y la admiración por ese aire fresco que describes, con cierto tinte anglosajón.
    De verdad no quiero abusar, y si quieres tener por no leído este post, creo que sería lo normal. Pero me empuja, de un lado la ilusión(por que comparto contigo todo lo anterior) y de otro la inseguridad. Voy a participar (por primera vez) como defensor en un juicio de tribunal de jurado.
    Si pudieras sucíntamente explicar como es el desarrollo de la vista( o indicar dónde puedo encontrarlo) te estaría muy agradecido.
    Espero no molestarte. Reitero mi saludo y las gracias.
    Ya te contaré como me fué.
    Aún está en la fase de dilg. de investig.

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