Supongo que cualquier persona que se inicia en una afición sueña, aunque sea de forma fugaz, con medirse contra el campeón del mundo de esa actividad; mi caso no fue distinto cuando en la adolescencia comencé a practicar el juego del ajedrez. Es verdad que deseé poder medirme alguna vez contra el Campeón del Mundo de la especialidad, pero no en una partida cualquiera, no en una partida de exhibición o en la primera ronda de un torneo donde el azar me emparejara con él, sino en la ronda final de un torneo importante, en una partida en la que estuviera en juego el primer puesto de dicho torneo y, a ser posible, con una abundante bolsa en metálico en juego; es decir, en una partida decisiva donde él tuviese que rendir al máximo.
Tal sueño, por supuesto, no era más que un sueño, puesto que no soy profesional del ajedrez y éste juego, por su complejidad y especiales características, exigen una dedicación exclusiva si se quiere tener un buen nivel de juego; y, sin embargo, el destino me reservaba una sorpresa aquel veintiuno de noviembre de 2004 cuando, casi por casualidad, me inscribí en el Masters que organizaba el Hotel Bali de Benidorm.
El torneo estaba dotado con una importante cantidad de dinero en premios (que por supuesto yo no aspiraba a llevarme) y contaba como principal atracción con la presencia del entonces Campeón del Mundo de Ajedrez de la FIDE Rustam Kasimdzhanov.
Al calor de los premios económicos acudieron muchos otros maestros que, era obvio, se repartirían los primeros lugares. El ritmo de juego era muy rápido (10 minutos de tiempo total para toda la partida más un plus de 15 segundos por jugada) y eso, la verdad, tampoco me ayudaba mucho al enfrentarme a auténticos profesionales del tablero.
Sin embargo, como digo, el destino me reservaba una sorpresa pues, de forma sorprendente, comencé a jugar extremadamente bien. De pronto me embargó un extraño estado de ánimo que hacía que no me fijase ni en el nombre de mis rivales ni en su categoría, mi atención estaba exclusivamente fijada en tratar de resolver los complejos problemas que se me presentaban a cada momento y las victorias comenzaron así a caer de mi lado. Al llegar la última ronda y, casi sin ser consciente de ello, me encontraba enfrentándome con negras contra el Campeón del Mundo en la partida decisiva del torneo. Sólo entonces fui consciente de lo que estaba pasando: Mi teléfono móvil rebosaba de mensajes de amigos que estaban siguiendo el torneo por internet y que estaban asombrados de lo que estaban viendo, los aficionados que se habían dado cita en la sala de juego me daban palmaditas en la espalda deseándome suerte mientras caminaba hacia la primera mesa… y, entonces y sólo entonces, me dí cuenta de que yo estaba ocupando un lugar que no debería ocupar.
Mi estado de ánimo al llegar a la mesa para esa última partida había cambiado por completo, ya no era el estado de sosiego y determinación de las anteriores partidas, ahora estaba francamente desconcertado y no sabía bien qué se esperaba de mí; el desconcierto me llevó a tratar de buscar soluciones agresivas y frente a la apertura del peón de rey del Campeón del Mundo opuse una aguda Defensa Francesa variante de McCutcheon. El Campeón del Mundo, por su parte, fue eligiendo las variantes menos agudas y más pacíficas y mis afanes agresivos acabaron jugándome una mala pasada.
Perdí.
Tras la derrota me quedé un rato taciturno sentado ante el tablero hasta que un Maestro Internacional (Carlos García) me puso una mano en el hombro y me dijo: «Despierta: lo que has hecho hoy se lo vas a contar a tus nietos. No todo el mundo se juega una final contra el Campeón del Mundo». Y entonces volví a la realidad: Había obtenido una posición magnífica en el torneo, había ganado unos buenos euros y, sobre todo, había cumplido un sueño. No tengo nietos, pero como tengo blog aquí lo cuento.
Me quedo de ese torneo con las victorias que tuve contra varios fuertes jugadores, Maestros Internacionales y Grandes Maestros y, sobre todo, me quedo con un articulito de una página web italiana de ajedrez que hablaba de mí como «il sorprendente maestro spagnolo» que jugó en la última partida contra el Campeón del Mundo «primo posto in palio».
La partida comentada la publico aquí. Las anteriores las comentaré otro día. Hoy toca contar derrotas.
Un comentario en “Yo he jugado contra el Campeón del Mundo.”